Pasar al contenido principal

1-jun.-2025, domingo de la 7.ª semana de Pascua

Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesucristo

Bendecidos en tu amor y en tu bondad, te damos gracias por este nuevo día que nos regalas y nos ponemos en tus manos. Pedimos tu santa bendición para que todo lo que realizaremos sea para glorificarte. Al inicio de este mes de junio, dedicado a tu Sagrado Corazón, te pedimos que bendigas nuestras labores de cada día y nuestros anhelados proyectos colocados en tus Manos. 

Hoy asciendes al cielo y nos das la certeza de que permaneces con nosotros —por tu Espíritu de fortaleza, sabiduría y amor— y de esta forma sigues siendo nuestro Guía y Compañero de camino. Sigues con nosotros en tu palabra, y nuestros corazones y permaneces en la Eucaristía como nuestra bebida y alimento. Nos insistes como lo hiciste con tus apóstoles: “Sean mis testigos en el mundo entero. No permitas que nos quedemos mirando pasivamente al cielo, sino que seamos tu mensaje de esperanza para nuestros hermanos. 

Mirar con los ojos del corazón nos habilita para vivir con esperanza, pues desde nuestro corazón sentiremos la fuerza de tu Espíritu que nos llama a participar de la vida nueva en Ti. Mañana será otro día más en nuestras vidas, pero no queremos caer en la rutina de ver pasar nuestros días y lo tuyo quede como un recuerdo. Ayúdanos para seguir anunciando y proclamando las maravillas que haces en nosotros. Nuestra mirada al cielo sea para darte gracias por todo lo que somos y tenemos. Amén. 

Un bendecido Domingo; si mañana seguimos descansando, hagámoslo en armonía y unidad. Recuperemos fuerzas para seguir proclamando el amor de Dios. Abrazos y bendiciones abundantes. 

Feliz inicio de mes. 

LAS PALABRAS DE LOS PAPAS

La Ascensión no indica la ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él vive en medio de nosotros de un modo nuevo; ya no está en un sitio preciso del mundo como lo estaba antes de la Ascensión; ahora está en el señorío de Dios, presente en todo espacio y tiempo, cerca de cada uno de nosotros. En nuestra vida nunca estamos solos: contamos con este abogado que nos espera, que nos defiende. Nunca estamos solos: el Señor crucificado y resucitado nos guía; con nosotros se encuentran numerosos hermanos y hermanas que, en el silencio y en el escondimiento, en su vida de familia y de trabajo, en sus problemas y dificultades, en sus alegrías y esperanzas, viven cotidianamente la fe y llevan al mundo, junto a nosotros, el señorío del amor de Dios, en Cristo Jesús resucitado, que subió al Cielo, abogado para nosotros.  (Papa Francisco, Audiencia General 17 de abril de 2013)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.