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13-oct.-2024, Domingo de la 28.ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, Señor, abrimos nuestros ojos y contemplamos qué hermosa es la vida y los sentimientos que nacen de Ti.

Hoy, Señor, abrimos nuestros ojos y contemplamos qué hermosa es la vida y los sentimientos que nacen de Ti. Tu sabiduría y tu amor valen mucho más que fama, salud, belleza y posesiones; tú bien sabes dónde está nuestro corazón y quieres que renunciemos a las cosas materiales que nos poseen y controlan, para que te sigamos a ti más radicalmente.

Danos la gracia de poner toda nuestra confianza en ti, y guíanos por tus caminos. 

Tú ofreces el primer lugar en tu reino a los últimos y a los más pequeños, tú declaras ricos y bienaventurados a los pobres y pides a los ricos que se vuelvan pobres. Danos, te pedimos, la sabiduría de vivir para las cosas realmente importantes y de seguirte en el camino que nos lleva a ti y a nuestros hermanos para que estemos siempre seguros en tus manos.

Hoy te pedimos no precisamente riquezas, sino generosidad y confianza; no placer sino profunda alegría; no falsa ni engañosa pretensión, sino rectitud e integridad. Y haznos cuerdos y sabios con tu sabiduría y tu cordura. Queremos ser realmente felices con una alegría que nadie nos la pueda arrebatar, aprendiendo de ti a darnos sin reservas a los hermanos que nos rodean. Ellos son nuestra riqueza y seguridad. Danos tu sabiduría y fortaleza. Amén. 

Un muy descansado y alegre Domingo compartido con los que amamos. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

 «¿Qué haré para heredar la vida eterna?», es decir, la felicidad (v. 17). «Vida eterna» no es sólo la vida del más allá, sino que es la vida plena, realizada, sin límites. ¿Qué debemos hacer para alcanzarla? La respuesta de Jesús resume los mandamientos que se refieren al amor al prójimo. A este respecto, ese joven no tiene nada que reprocharse; pero evidentemente la observancia de los preceptos no le basta, no satisface su deseo de plenitud.  (…) Sólo acogiendo con humilde gratitud el amor del Señor nos liberamos de la seducción de los ídolos y de la ceguera de nuestras ilusiones. El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego desilusionan: prometen vida, pero causan muerte. El Señor nos pide el desapego de estas falsas riquezas para entrar en la vida verdadera, la vida plena, auténtica y luminosa.  (Ángelus, 11 de octubre de 2015)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.