Por la semana transcurrida, nuestra única palabra es gracias; por lo que nos diste, por las personas con las que pudimos compartir y hacerles el bien, por las labores realizadas, por la salud y ante todo por tu presencia amorosa en nuestros corazones. Gracias también por las dificultades que pudimos tener, porque ellas nos llevaron a confiar más en Ti. Tú nos sigues demostrando que tus caminos no son los nuestros ni nuestros pensamientos son los tuyos.
Hoy nos invitas a que nuestra respuesta de amor vaya mucho más allá de las exigencias de cualquier ley. Que sepamos buscarte y estar en comunión contigo en lo más profundo de nuestro ser y que te expresemos nuestra gratitud saliendo de nosotros mismos hacia nuestros hermanos, con un amor sincero y comprometido como el tuyo.
Hoy aceptamos con cariño tu propuesta de perdón, pero nos preguntamos: ¿Cómo amar al enemigo, que nos hace, daño y mal? Nos enseñas y nos dices que tenemos que imitar a Dios nuestro Padre. Y Dios, nuestro Padre, que es amor y no sabe más que amar, nos ama a nosotros sus hijos, hagamos el bien o hagamos el mal, aunque nos siga diciendo que el mal es un mal y que no hay que hacerlo. Por eso, «hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos». No será fácil cumplir tu voluntad, pero te pedimos el don de la fortaleza, para saber perdonar como Tú y el Padre Celestial lo hacen con cada uno de nosotros. Que nuestros corazones sean de carne y no de piedra y nuestro perdón no sea fingido. Arranca nuestras espinitas que no nos dejan ser felices y concédenos vivir en plena felicidad y armonía, perdonando y haciendo el bien. Nuestra Madre de la Reconciliación nos proteja y auxilie en todo momento.
Feliz y santificado fin de semana para todos. Bendiciones.
Meditación del Papa Francisco
Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Su amor es para todos. Y Jesús concluye con este consejo: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.
Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.
Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, alguna pequeña enemistad.
Es cierto: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un «buen negocio, o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo, es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 28 de junio de 2013, en Santa Marta).