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15-nov.-2024, viernes de la 32.ª semana del Tiempo Ordinario

Nos adviertes acerca del futuro para que no nos dejemos engañar con supuestas manifestaciones, sino que más bien nos ocupemos de estar preparados amando y sirviendo

Al terminar esta semana laboral, te damos gracias por este despertar en el que comenzamos a mirar en el horizonte un nuevo amanecer, una nueva esperanza y una nueva manera de vivir tu amor. Hoy tu invitación es clara: nos adviertes acerca del futuro para que no nos dejemos engañar con supuestas manifestaciones, sino que más bien nos ocupemos de estar preparados amando y sirviendo, y no preocupándonos de un futuro que a veces resulta incierto. Gracias, Señor, porque sabemos que al iniciar en este día nuestras labores, lo haremos con la alegría y optimismo, procurando que nuestro servicio sea generoso y fraternal. Danos la fe de Lot y de Noé. Danos la gracia de vivir sin los afanes que nos llevan a veces a la desesperanza y a mirar atrás. Hoy nuestro día sea pleno de felicidad, alegría y servicio, para que podamos manifestar tu voluntad: amarnos los unos a los otros, con sentimientos de solidaridad y fraternidad. Amén. 

Bendiciones abundantes y esperanzador viernes.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Debemos estar despiertos, alertas, vigilantes. Jesús nos advierte: existe el peligro de no darse cuenta de su venida y no estar preparados para su visita. He recordado en otras ocasiones lo que decía san Agustín: «Temo al Señor que pasa» (Serm. 88.14.13), es decir, ¡temo que pase y no lo reconozca! De hecho, de aquellas personas de la época de Noé, Jesús dice que comían y bebían «y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos» (v. 39). Prestemos atención a esto: ¡no se dieron cuenta! Estaban absortos en sus cosas y no se dieron cuenta de que el diluvio se acercaba. De hecho, Jesús dice que cuando Él venga, «estarán dos en el campo: uno será tomado, y el otro dejado» (v. 40). ¿En qué sentido? ¿Cuál es la diferencia? Simplemente que uno estaba vigilante, estaba esperando, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, vivía al día y no se daba cuenta de nada. Preguntémonos: ¿soy consciente de lo que vivo, estoy alerta, estoy despierto? ¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos. (Ángelus, 27 de noviembre de 2022)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.