Otro día en el que el clarear de la mañana viene a nosotros y se convierte en fuente de inspiración para lo que realizaremos durante esta jornada.
En las lecturas de este día, en su carta a los Efesios, Pablo no pide para ellos nada material, sino un espíritu de sabiduría y una revelación para que conozcan plenamente a Dios Padre y su fuerza poderosa que se manifestó en tu resurrección. Eso es todo lo que necesitan para ser felices. Y eso es lo único que necesitamos nosotros hoy para ser felices. Hemos sido llamados a una esperanza y tenemos por herencia una gloria, pero son tantas las distracciones de este mundo que no disfrutamos de ello, y andamos pidiendo la felicidad a quien no nos la puede dar. Si en la primera lectura Pablo pedía el Espíritu para los Efesios, a fin de que conocieran a Dios y su acción poderosa, ahora eres Tú mismo quien dice a tus apóstoles —y hoy a nosotros— que no temamos cuando tengamos que dar testimonio porque el Espíritu pondrá en nuestras bocas las palabras oportunas.
Queramos o no queramos, muchas veces tenemos que dar testimonio de Ti en nuestro entorno. A veces callamos por vergüenza, por cobardía, por no quedar mal, por comodidad. Eres claro, al decirnos: «el que no se ponga de mi parte ante los hombres, que no cuente conmigo ante los ángeles de Dios». Nuestro caminar sea perfecto en este día y podamos compartir con nuestros hermanos lo que tú nos regalas: tu presencia y tu amor.
Feliz y anhelado fin de semana. Nuestra Señora, la Virgencita, nos auxilie y nos proteja.