En tu nombre y bajo tu protección y auxilio nos levantamos y te damos gracias, porque hoy es un día especial para alabarte y bendecirte. Iniciamos nuestro primer Domingo de marzo y con corazón agradecido y optimista vislumbramos un bello horizonte en el que te pedimos nos colmes de buenas obras y acciones. Gracias anticipadas por lo que recibiremos.
Ahora meditamos tu palabra y en ella nos inspiramos para cumplir tu voluntad. Señor, no nos has dado ningún guía ciego que nos guíe, sino que eres nuestro único Maestro y como tus discípulos somos de lento aprendizaje.
Danos ojos claros para mirar en nuestros propios corazones y conciencias cuidando no oscurecerlos con las sombras del desamo y vemos las faltas de los que nos rodean, que podamos inspirar a otros con nuestra vida a vivirla en amor y entrega como la tuya. Permite que seamos árboles de esperanza, que demos frutos buenos de sinceridad, de servicio y de amor sincero. Riéganos todos los días con tu presencia y el agua de tu bondad para que permanezcamos fortalecidos y no caigamos en la tentación de juzgar a nuestros hermanos. Que podamos sacar confiadamente la mota del ojo de nuestros hermanos porque tenemos verdaderos sentimientos de nobleza y por tu bondad nos conservas en nuestro corazón los instintos del perdón y la misericordia, para compartirlos con los demás. A ti te alabamos, te bendecimos y te damos gracias.
Un domingo muy especial, compartido y vivido en armonía y unidad.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El pasaje del Evangelio de hoy presenta parábolas breves, con las cuales Jesús quiere señalar a sus discípulos el camino a seguir para vivir sabiamente. Con la pregunta: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?» (Lc 6, 39), quiere subrayar que un guía no puede ser ciego, sino que debe ver bien, es decir, debe poseer la sabiduría para guiar con sabiduría, de lo contrario corre el peligro de perjudicar a las personas que dependen de él. Así, Jesús llama la atención de aquellos que tienen responsabilidades educativas o de mando: los pastores de almas, las autoridades públicas, los legisladores, los maestros, los padres, exhortándoles a que sean conscientes de su delicado papel y a discernir siempre el camino acertado para conducir a las personas. (…) En el pasaje de hoy encontramos otra frase significativa, que nos exhorta a no ser presuntuosos e hipócritas. Dice así: «¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?» (v. 41). Muchas veces, lo sabemos, es más fácil o más cómodo percibir y condenar los defectos y los pecados de los demás, (…) Todos tenemos defectos: todos. Debemos ser conscientes de ello y, antes de condenar a los otros, mirar dentro de nosotros mismos. Así, podemos actuar de manera creíble, con humildad, dando testimonio de la caridad. (Ángelus, 3 de marzo de 2019)