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23-sep.-2024, lunes de la 25.ª semana del Tiempo Ordinario

En esta bella mañana que nos regalas, Señor, queremos abrir nuestro corazón y sentir la felicidad de poder expresar un “gracias”.

En esta bella mañana que nos regalas, Señor, queremos abrir nuestro corazón y sentir la felicidad de poder expresar un “gracias”. Gracias por la vida, por el amor, por el servicio, la salud y por todo lo que nos conseguirás durante esta semana que iniciaremos. Hoy lo primero que contemplamos es la luz del amanecer y esa luz, nos invita a cada uno de nosotros —como tú nos dices en tu palabra— para que seamos luz para nuestros hermanos; sabemos que lo importante es la luz, no el candelero, que lo importante es tu presencia en medio de nosotros y que esta luz es presencia, signo de amor, amor que se experimenta, que se vive, que es generoso y se comparte sin medida. 

Hoy te vamos a pedir, Señor, que seamos verdadera luz para todos y que cualquier negativismo que pueda ocultarla podamos superarlo, porque es más fuerte y más brillante la luz de la esperanza y el optimismo, que la oscuridad del pesimismo y el egoísmo. 

Que en este día y esta semana que iniciaremos seamos verdaderos servidores —como dice el libro de Proverbios— “no niegues un favor a quien lo necesite, si está en tus manos hacerlo”. Si vamos a hacer un favor hagámoslo completo, sin esperar más recompensa que la divina. Caminemos al encuentro de nuestros hermanos y vivamos la fraternidad y la solidaridad. 

Una muy feliz y santa semana vivida en la luz y la alegría. san Pío de Pietrelcina, a quien celebramos en este día y cuyo nombre era Francesco Forgione, nacido en Pietrelcina, provincia de Benevento el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Grazio Forgione y Maria Giuseppa De Nunzio. En 1903 con el hábito Capuchino, recibió su nuevo nombre: fray Pío de Pietrelcina. De él dijo el papa san Juan Pablo VI: “celebraba la misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche, y era, aunque difícil de admitir, el verdadero representante de los estigmas de nuestro Señor”. Fue canonizado por san Juan Pablo II el 16 de septiembre de 2001. 

Pensamientos para el Evangelio de hoy (Evangeli.net)

* «Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro, dígnate encender tú mismo nuestras lámparas, para que brillen sin cesar en tu templo e ilumine nuestra oscuridad» (san Columbano, abad).

* «Una vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no alimentase el fuego. Permitid que Cristo arda en vosotros, aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia» (Benedicto XVI).

* «Existe un vínculo orgánico entre nuestra vida espiritual y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra inteligencia y nuestro corazón estarán abiertos para acoger la luz de los dogmas de la fe» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 89)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.