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24-dic.-2022 sábado de la 4.ª semana de Adviento

Esta noche nuestro corazón abre el jardín con las más bellas flores, con los sentimientos más hermosos y la firme esperanza de encontrar un mañana mejor.

Día especial para dar gracias a Dios por el don de la vida, especialmente por el anhelo de la venida de nuestro Salvador. Hoy expresemos esas hermosas palabras de Isaías: «Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que trae la Buena Nueva».

Señor, Dios de amor y de poder: Tú cumpliste tu promesa para salvarnos y por eso te hiciste uno de nosotros. Ya no estamos por más tiempo en oscuridad, porque tu luz brillará sobre nosotros.

Tráenos ahora, como don, tu salvación; líbranos realmente de nuestras debilidades para que vayamos contigo por tu camino de paz y de amor; que tú seas nuestra fortaleza, nuestro compañero constante en el camino.

No permitas que tengamos todavía miedo de comprometernos a trabajar por tu bello sueño de un nuevo cielo y una nueva tierra; que tu Espíritu nos llene de fortaleza para que en todas partes haya luz en vez de tinieblas, justicia y solidaridad en vez de opresión, discriminación y egoísmo, amor en vez de odio y rencor. Permítenos que esta noche nuestros corazones se llenen de buenos sentimientos y podamos expresar con alegría y deseos de esperanza en el abrazo a cada amigo o familiar una muy feliz y santa navidad con verdadero amor y en algunos con verdadero sentido de reconciliación. «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor».

Esta noche nuestro corazón abre el jardín con las más bellas flores, con los sentimientos más hermosos y la firme esperanza de encontrar un mañana mejor, un jardín que seguirá floreciendo y dando frutos abundantes. Gracias, Señor, porque hoy nacerás y nos traerás esos regalos de fe y esperanza, caridad y solidaridad, fraternidad, unidad y armonía. Hoy volveremos a escuchar esas palabras tan hermosas: «el Verbo de Dios, se hizo hombre y habitó entre nosotros».

¡FELIZ Y SANTA NAVIDAD, OJALÁ COMPARTIDA EN FAMILIA! MIS ABRAZOS Y BENDICIONES PARA TODOS.

COMPARTAMOS NUESTRAS ESPERANZAS

Hoy, los prodigios se multiplican, las riquezas abundan porque el tesoro está abierto: la que da a luz es madre y virgen, el que nace es Dios y hombre... Este tesoro hay que esconderlo en un campo (Mt 13, 44): que el matrimonio de la madre esconda a los ojos del mundo su concepción virginal, que las lágrimas del recién nacido sustraigan a las miradas humanas este parto sin dolor. ¡Esconded, María, sí, esconded el esplendor del sol naciente! (Lc 1, 78) ¡Acostad a vuestro niño en un pesebre, envolvedlo en pañales, porque estos pañales son toda nuestra riqueza! Los pañales del Señor son más preciosos que la púrpura. Su pesebre más regio que los tronos dorados de los reyes. La pobreza de Cristo sobrepasa en valor todas las fortunas y todos los tesoros (san Bernardo de Claraval).

Ojalá que el abrazo de la feliz Navidad hoy esté acompañado por la reconciliación, la armonía, la unidad y el deseo grande de ver las familias unidas, especialmente aquellas familias en las que la vivencia verdadera de estos verdaderos momentos se ha ido perdiendo poco a poco, quizá por la indiferencia, quizá por el frío en los corazones. Que esta noche el Señor nos traiga esos dones tan bellos de unidad de armonía y nos permita volver al amor primero, al amor en el que el Señor se hace vida en un pesebre. Amén.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda pbro.