La luz de un nuevo día nos anuncia que es tiempo de levantarnos e iniciar una nueva jornada bendecidos por el amor de Dios. Pasa la noche y nos regalas bondadosamente un nuevo día para vivirlo y compartirlo. Nos invitas en este día a recoger la semilla e iniciar nuestro camino para buscar la tierra buena, fértil y abonada para sembrar en ella. Hoy tenemos el ejemplo de san Francisco de Sales, cuya fiesta celebramos, quien con su amabilidad mostró a la gente cuán bueno eres tú, y qué íntimo y cercano quieres estar a nosotros.
Danos la gracia de ser abiertos y bondadosos con todos como fue Francisco; sencillos, comprensivos, y entregados plenamente a ti. Permítenos experimentar cuánto nos amas, ya que tú nos llamas tus amigos. Guárdanos en tu amor y que sepamos difundir a nuestros hermanos ese mismo amor. Guía nuestro caminar de esta jornada y que sean productivas las obras de nuestras manos.
Esto es lo que nos estás pidiendo: que recibamos con alegría tu Palabra y no dejemos que nos interfieran las seducciones de la vida, que la acojamos y, abonándola, con nuestra buena disposición crezca y fructifique, y seamos auténticos portadores de esperanza, transmisores de alegría, despertadores de nuestros hermanos y, ante todo, buscadores de tierra abonada en fe y esperanza para que tu semilla caiga en ella. Concédenos la gracia de sembrar ilusiones para cosechar verdaderas esperanzas. Recordemos la palabra que Dios dirige a David: “Yo estaré contigo en todas tus empresas”.
Feliz y esperanzador miércoles de siembra generosa y cosecha abundante.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «El cuidado de nuestra alma es muy semejante al cultivo de la tierra: arrancar lo que es malo y plantar lo que es bueno; desarraigar el orgullo y plantar la humildad; echar la avaricia y guardar la misericordia; despreciar la impureza y gustar la castidad» (san Cesáreo de Arlés).
* «Arrojar la semilla es un gesto de confianza y de esperanza; es necesaria la laboriosidad del hombre, pero luego se debe entrar en una espera, sabiendo bien que muchos factores determinarán el éxito de la cosecha y que siempre se corre el riesgo de un fracaso. No obstante, eso, año tras año, el campesino repite su gesto y arroja su semilla» (Benedicto XVI).
* «(...) Un cristiano debe querer meditar regularmente; si no, se parece a las tres primeras clases de terreno de la parábola del sembrador. Pero un método no es más que un guía; lo importante es avanzar, con el Espíritu Santo, por el único camino de la oración: Cristo Jesús» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2707)
Contemplación del amor de Cristo por nosotros (según san Francisco de Sales, Escuela Francesa):
Señor, incluso antes que yo, me miraste y me llamaste por mi nombre. Como la madre que está a punto de dar a luz prepara la cuna para su bebé, tú, mi Señor y mi Dios, me has preparado la cuna de tu gracia. Sí, Señor, tú me has amado como si no hubiera otra alma en el mundo que la mía pues pensaste en cada uno de nosotros como si fuéramos únicos para ti. Sí, Señor, me amaste y diste tu vida por mí.