Bendito y agradable amanecer el que iniciamos hoy, para despertar y contemplar las maravillas de tu amor y nuestro compromiso de hacer crecer el Reino. Guíanos Señor en este día por la senda de tus mandatos para que nuestra alegría sea completa, para que todo lo que podamos realizar hacia nuestros hermanos sean para alegrar tu corazón. Que seamos obedientes a tu palabra y dóciles al mandato que tú nos das de amar a nuestros hermanos y servir generosamente al que lo necesite. Al igual que exaltaste a María por escuchar la Palabra, también a nosotros nos digas que somos verdadera familia por meditarla y hacerla vida en nuestras vidas; y por hacerla verdadero servicio en nuestros hermanos. Queremos buscarte y encontrarte para decirte cuánto te amamos y cuánto necesitamos de ti. Ayúdanos para que nuestro ánimo y entusiasmo de este día no termine, sino que crezca cada vez más.
Al inicio de nuestra jornada, tengamos en cuenta las palabras del libro de los Proverbios: «quien cierra los oídos al clamor del pobre no será escuchado cuando grite». Amén.
Un muy bonito y esperanzador martes aprovechado para abrir los oídos del corazón, escuchar la Palabra y cumplir la voluntad del Padre celestial.
Hoy celebramos el día del recluso en la conmemoración de san Pedro Nolasco, nacido en Mas Saintes Puelles, condado de Toulouse (Francia) en 1180 —aunque algunos afirmaron que fue en Barcelona en 1189— y que recibió una linda petición de la Virgen junto a san Raimundo de Peñafort. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y obispo Berenguer de Palou, se crea la Orden de la merced para rescate a los cristianos, prisioneros de los moros; misión a la que se entregó ardientemente con trabajo y esfuerzo. Murió en la Navidad de 1258.
Pidamos por todas aquellas personas que se encuentran privadas de la libertad, justa o injustamente. El señor les fortalezca y les muestre el buen camino que se ha de seguir.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Podemos pararnos un poco en esta palabra: familia. Porque es una realidad que ha cambiado mucho, y está cambiando (…) sin embargo (…) las novedades, las de verdad, en este mundo las trajo uno solo: Jesucristo. La verdadera revolución de la familia la hizo Él. Y también la familia, Él, la ha renovado, la ha transformado. (…) Lo cuentan los tres sinópticos Mateo, Marcos y Lucas. Jesús está predicando en medio de sus discípulos y a otra gente y en un determinado momento le dicen: “Aquí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte”. (…) Él dirige la mirada a los que estaban a su alrededor y dice: “Estos son mi madre y mis hermanos”. Y añade: “porque quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana, mi madre” (cf. Mt 12,46-50; Mc 3,31-35; Lc 8,19-21) (…) esta palabra de Jesús ha renovado radicalmente la familia, por lo que el vínculo más fuerte, más importante para nosotros cristianos ya no es el de sangre, sino que es el amor de Cristo. Su amor transforma la familia, la libera de las dinámicas del egoísmo, que derivan de la condición humana y del pecado, la libera y la enriquece con un vínculo nuevo, aún más fuerte pero libre, no dominado por los intereses y las convenciones del parentesco, sino animado por la gratitud, el renacimiento, el servicio recíproco. (Discurso a la peregrinación de la Diócesis de Asti, 5 de mayo de 2023)