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26-dic.-2022, lunes, Octava de Navidad

Rosas de amor, margaritas de servicio, girasoles de fraternidad y solidaridad en nuestro jardín del corazón.

Gracias, Señor, al inicio de un nuevo día y del comienzo de esta última semana del presente año. Señor, honramos hoy la memoria de san Esteban, el primer mártir de nuestra Iglesia. Danos la gracia de ser buenos testigos como él, llenos de fe y del Espíritu Santo, que estemos llenos de fortaleza, ya que nos esforzamos por vivir tu vida, que sepamos rogar por los que nos hieren u ofenden para que tú nos perdones a todos.

Que en este día, al celebrar la memoria de san Esteban, apartes de nosotros todo temor y nos dispongas a dar testimonio con toda sinceridad y aprendamos a ser más semejantes a Ti en lo que decimos y proclamamos. Señor, no permitas que, al volver a nuestras actividades y nuestras rutinas diarias lo hagamos como un simple inicio de actividades, sino con la certeza y la alegría que has nacido en nuestros corazones y que la mayor felicidad es saber que te llevamos a nuestros hermanos. Ahora que estamos iniciando la Navidad, porque hemos visto la nueva luz que brilla para cada uno de nosotros, tu presencia nos ayude a dar testimonio de tu amor.

Felicidades y buen inicio de esta última semana de año, un lunes lleno de generosidad y optimismo. Iniciemos nuestros propósitos y preparémonos en esperanza. Amén.

RECORDEMOS Y REFLEXIONEMOS:

Estamos iniciando el tiempo de Navidad. No caigamos en la rutina del diario vivir, olvidando que el Señor recién nacido está en nuestros corazones. Tengamos en cuenta que cuando damos un regalo a un ser querido, siempre pensamos en cómo podríamos complacerlo, en qué le haría sonreír, en qué sería aquello que tanto necesita y que le podemos entregar.

Es maravilloso darnos cuenta de que Dios pensó así sobre nosotros. Nos vio tan frágiles, necesitados y llenos de preocupaciones. Entonces Él, amándonos tanto, nos dio aquello que nos cambiaría para siempre: un Salvador. El Padre celestial, es demasiado generoso, dándonos hoy este regalo insuperable: descendiendo de su cielo, se hace hombre, pequeño, necesitado de los demás para ser cuidado, protegido y abrigado. No quitemos el Pesebre: Los invito a contemplarlo, viendo a ese niño, tan frágil, tan necesitado de cuidados como todo recién nacido. Ese pequeñito es Dios mismo, creador del Universo, de nuestra propia humanidad, que se hace tan accesible a nosotros porque nos ama. Nos ama con locura... Él es el príncipe de la paz, TE AMA, ME AMA, NOS AMA a todos SIN LÍMITES y ese amor lo puede todo.

Al contemplar el Pesebre, no nos queda más que decir: «Gracias, Padre, porque nos has amado tanto hasta darnos a tu único Hijo, para que todo aquel que crea en Él, tenga vida eterna».

Sigamos celebrando la Navidad con la inocencia y la humildad de los niños, siempre teniendo en cuenta el maravilloso nacimiento del Niño Jesús.

Gracias, Señor, por regalarnos tu propia vida, gracias por la Navidad.

Sigamos celebrando en alegría y felicidad.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda pbro.