Día de dar gracias a Dios por la semana y el mes que prácticamente estamos terminando. Hemos tenido altibajos, pero creo que han sido más los motivos para sonreír y llenar nuestros corazones de satisfacciones. Hoy te damos gracias porque has sido nuestro compañero de camino y hemos podido realizar lo que tú has querido. Hemos cumplido la voluntad del Padre celestial amando a nuestros hermanos y sirviéndoles desde el corazón y con el corazón. Perdónanos los momentos en que no hemos escuchado tu voz y las cosas se han dificultado. Queremos preocuparnos por las cosas que nos acercan a ti y que nos llenan de alegría: el servicio, la entrega, la disponibilidad, la fraternidad. Nuestros sentimientos y pensamientos nos conduzcan al verdadero amor con el que tú nos amas, la fe con la que descansamos en ti, la esperanza con la que tú nos miras. Concédenos tu espíritu de sabiduría para acercarnos a tu palabra con un corazón dócil y ella nos ayude a transformar profundamente nuestros sentimientos y pensamientos para que seamos obedientes a tu autoridad como tú nos has enseñado. Permítenos renovar nuestro compromiso con un corazón dócil abierto a tu palabra y logremos ser testigos de tu amor y autoridad. Que nuestros corazones sean altares de tu presencia. Amén.
Feliz y santificado domingo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «Cuánta fuerza tiene verdaderamente contra la soberbia de los demonios la humildad de Dios (…). ‘Y exclamó [el demonio] diciendo: ¿Qué hay entre nosotros y Tú Jesús Nazareno?’, etc. En estas palabras se ve claramente que había en ellos ciencia, más no caridad» (san Agustín).
* «Os pido siempre tener un contacto cotidiano con el Evangelio. Leed un pasaje del Evangelio cada día. Es la fuerza que nos cambia, que nos transforma: cambia la vida, cambia el corazón» (Francisco).
* «‘La palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento’ (Concilio Vaticano II). Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 124).