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29-dic.-2023, día 5 de la Octava de Navidad

Último viernes del año, día para darte gracias por todo lo que nos has regalado, el don de la vida y todos aquellos momentos de feli

Último viernes del año, día para darte gracias por todo lo que nos has regalado, el don de la vida y todos aquellos momentos de felicidad y alegría, especialmente el amor. “Todos los que aman a sus hermanos están viviendo en la luz”.

Señor, tú eres la verdadera luz que ha venido a nosotros para iluminar nuestros caminos y sacarnos de las tinieblas. El anciano Simeón te reconoció como la luz que debería iluminar a todos. Danos a nosotros también la gracia de saber reconocerte cuando vengas a nosotros en forma humilde, en la persona y forma de niños, de ancianos o de pequeños y pobres; que sepamos recibirte también como luz, no sólo sobre nuestras vidas, sino también como aurora luminosa para todos. Que podamos guardar tus mandamientos amando con sinceridad y sirviendo con generosidad, proclamando tus palabras y mostrándote como el camino y la verdad. Gracias te damos por esta semana que terminamos y que prácticamente nos está representando el final de este año. Que nuestros corazones se llenen verdaderamente de tu presencia y lo hagamos en humildad y sencillez, porque a ti te alabamos, te bendecimos, te adoramos y te damos gracias. Bendícenos, guárdanos y protégenos y que sea día pleno de amor y de luz.

Feliz y amoroso caminar en este fin de semana. Vivámoslo con esperanza. Al igual que Simeón, no perdamos la esperanza y confiemos en Dios.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El canto de Simeón es el canto del hombre creyente que, al final de sus días, es capaz de afirmar: Es cierto, la esperanza en Dios nunca decepciona (cf. Rm 5,5), Él no defrauda. Simeón y Ana, en la vejez, son capaces de una nueva fecundidad, y lo testimonian cantando: la vida vale la pena vivirla con esperanza porque el Señor mantiene su promesa; y será, más tarde, el mismo Jesús quien explicará esta promesa en la Sinagoga de Nazaret: los enfermos, los detenidos, los que están solos, los pobres, los ancianos, los pecadores también son invitados a entonar el mismo canto de esperanza. Jesús está con ellos, él está con nosotros (cf. Lc 4, 18-19). (…)  Cuando María pone en brazos de Simeón al Hijo de la Promesa, el anciano empieza a cantar, hace una verdadera “liturgia”, canta sus sueños. Cuando pone a Jesús en medio de su pueblo, este encuentra la alegría.  (…)  Sólo eso hará fecunda nuestra vida y mantendrá vivo nuestro corazón. Poniendo a Jesús en donde tiene que estar: en medio de su pueblo. (Homilía de la Fiesta de la Presentación del Señor, 2 febrero 2017)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.