Van pasando los días y nuevos amaneceres llegan a nuestras vidas que son motivo para darte gracias por el don de la vida y la salud. Nos levantamos e iniciamos nuestra jornada pidiéndote que nos permitas amar y servir bondadosamente y sobre todo alabándote de corazón. Gracias porque tenemos la certeza de que hoy volverás a caminar a nuestro lado y podremos vivir en alegría y permaneciendo en ti; reconociendo que verdaderamente ERES EL MESÍAS. Señor, Tú pasas entre nosotros como el Cordero salvador, pero con frecuencia no nos percatamos de tu presencia.
Danos ojos de fe para que viviendo en el amor y compasión de los hermanos que nos rodean llevemos su ánimo y su ayuda, en interés y compromiso de fraternidad. Te pedimos que permanezcas con nosotros como nuestro compañero en la vida, nuestro guía y la luz para que también nosotros podamos decir a los que nos encontramos en el camino: “Vengan y vean, Jesús está vivo entre nosotros”.
Que vengan y vean cómo tratamos de amarnos y servirnos los unos a los otros. Que vengan y vean cómo hay entre nosotros solidaridad, confianza y esperanza. Ayúdanos a proclamar y a vivir todo esto con verdad y sinceridad por tu poder. Que este tiempo sea para nosotros de verdadero testimonio vivido en alegría pero ante todo con mucha fe y esperanza.
Seamos justos y generosos en el amor. Feliz jueves vivido en armonía y felicidad.
PÍLDORAS DE FE
Oración de Calma
Gracias, Padre celestial, por la dicha de abrir los ojos y sentir que tenemos a un Padre que vigila y cuida nuestros pasos. Hoy, al igual que los primeros discípulos que se acercaron a Jesús al escuchar el testimonio de Juan el Bautista, que también nuestros corazones estén dispuestos a seguir a tu Hijo. Permítenos experimentar el encuentro personal contigo. Amén.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
* «¡Qué hermoso día pasaron! ¡Qué hermosa noche! Edifiquemos asimismo nosotros en nuestro corazón, y hagamos una casa digna, adonde venga el Señor y nos instruya» (san Agustín).
* «Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuir él mismo. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro: al Señor. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa humillarse para que el Señor crezca en el alma de los demás» (Francisco).
* «El tema de Cristo esposo de la Iglesia fue preparado por los profetas y anunciado por Juan Bautista. El Señor se designó a sí mismo como ‘el Esposo’ (Mc 2,19). El apóstol presenta a la Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa “desposada” con Cristo Señor para ‘no ser con Él más que un solo Espíritu’ (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 79).