Muy buenos días. Amanece y es tiempo de darle gracias a Dios por nuestro descanso de fin de semana y, al mismo tiempo, colocar en sus manos nuestras actividades de la semana.
Gracias, Señor, porque tenemos vida, fuerza para levantarnos y ánimo para laborar. Te pedimos que no te alejes de nuestro lado y que esta sea una excelente semana, donde no tengamos obstáculos que nos impidan ser plenamente felices. Somos todos tuyos, instrumentos para tu bondad y misericordia.
Gracias, Señor. Hoy es buen día para no rechazar tus palabras por miedo. Hoy es buen día para escuchar los anhelos profundos de nuestro interior. Hoy es buen día para sintonizar con las palabras que brotan de tu amor al Padre, que sin conocer fronteras fue capaz de sanar a la viuda de Sarepta y a Naamán el Sirio
En el libro de los Reyes llama la atención aquello que los siervos le dicen a Naamán: “Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías…” teniendo en cuenta que lo que Eliseo le pide es muy simple. Esto nos enseña mucho, porque creemos que los héroes sólo son aquellos que hacen cosas grandes y que además son conocidos, pero existen muchas personas que lo difícil lo convierten en fácil y eso ya ayuda a muchos porque hacen el bien. En muchas ocasiones no nos damos cuenta de que las personas que caminan a nuestro lado son la ayuda que tú nos has enviado. Señor, caemos en la desconfianza y el pesimismo como pasó con Naamán el sirio. Solo confiamos en lo que vemos, no confiamos en que verdaderamente nos pueden llegar ayudas externas que —en ocasiones— están a nuestro lado o al frente de nosotros. Concédenos al inicio de esta semana ser verdaderos profetas de esperanza, de servicio, entrega y disponibilidad, que guiemos a nuestros hermanos por los caminos que tú nos propones. En tus manos ponemos nuestras obras y acciones para que sean bendecidas en tu bondad. Que nos acompañe y auxilie Nuestra Madre Santísima.
Feliz inicio de semana y bendecido lunes.
PÍLDORAS DE FE
Oración de preparación
Querido Señor, ayúdame a tener abiertos los ojos del corazón, a descubrirte en lo sencillo, a percibir tu acción poderosa en lo cotidiano. Hazme entender que "tú vas conmigo y a nada debo tener miedo" (Salmo 118, 6) y que eres el Dios de los triunfos y de las alegrías. Amén.