Te damos gracias, Señor, por un nuevo amanecer que nos permites contemplar y te pedimos que nos ilumines en palabras y obras para que todo lo que realizaremos sea de tu agrado y lleve tu santa bendición.
Ayúdanos a ver y a practicar plenamente lo que significa ser discípulos tuyos, que sólo cuando perdonamos encontramos perdón, que nuestra sed se sacia cuando damos de beber a nuestros hermanos, que encontramos consuelo cuando proferimos palabras que alivian a otros en su dolor, y que sólo cuando partamos y compartamos el pan encontraremos tu alegría que dura siempre.
Nos colocamos en tus manos porque sabemos, Dios nuestro, que eres bueno, bondadoso, misericordioso y tratamos de servirte fielmente. Gracias, Señor, por todo lo que nos das y nos concederás. No olvidemos estas palabras: «No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos. La ofrenda del justo enriquece el altar, su perfume sube hasta el Altísimo».
Abrazos y bendiciones y un muy feliz y santo martes.
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «‘Pues yo os aseguro que nadie hay…’. No quiere decir con esto que abandonemos a nuestros padres, dejándolos sin auxilio, ni que nos separemos de nuestras mujeres, sino que prefiramos el honor de Dios a todo lo que es perecedero» (san Beda el Venerable).
* «No cabe duda que las formas concretas de seguir a Cristo están graduadas por Él mismo según las condiciones, las posibilidades, las misiones, los carismas de las personas y de los grupos» (san Juan Pablo II).
* «Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf. Ef 1,22), contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles, ‘hasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo’ (Ef 4,13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 2045).
ORACIÓN
Dios Padre lleno de amor, tú que constantemente nos invitas a salir de nosotros para ir al encuentro del hermano necesitado, del mismo modo que tú has salido a nuestro encuentro en la persona de tu Hijo Jesucristo, ayúdanos a ser dóciles a las mociones del Espíritu Santo que nos invita a socorrer a quien espera tendido en el camino de la vida, para que merezcamos algún día vivir juntamente contigo en el cielo.