Pasar al contenido principal

7-oct.-2024, lunes de la 27.ª semana del Tiempo Ordinario

Danos la actitud del SAMARITANO en bondad y generosidad, para que nos detengamos ante el sufrimiento y las angustias de nuestros hermanos.

En el amanecer de un nuevo día de esta semana que nos estás regalando, Señor, nuestro corazón agradecido se dirige a ti para pedirte —llenos de ilusiones y de anhelos— que sea una semana en tu presencia, para servir y ayudar a nuestros hermanos; una semana productiva en que al final de la misma te demos gracias por todo lo que hemos recibido y todo lo producido. 

Hoy nos invitas a que en nuestro corazón y con los ojos del mismo veamos en nuestros hermanos  al prójimo que encontraremos en la cercanía y en la lejanía, en nuestros hogares, en nuestra familia, en nuestros trabajos, en las personas que pasarán al lado, que suplica nuestra ayuda, sin que sepamos nosotros cuánta necesidad de ser levantados tienen en el corazón, porque fueron heridos a lo largo del camino, porque han sido simplemente asaltados, porque les han robado las ilusiones, las esperanzas, porque han sido lastimados de muchas maneras. 

Hoy nos regalas el aceite del consuelo y el vino de la esperanza para sanar las heridas y aliviar el corazón. Ayúdanos, Señor, a que no seamos como el levita o el sacerdote que pasan de largo e indiferentes ante la situación de los otros. Danos la actitud del SAMARITANO en bondad y generosidad, para que nos detengamos ante el sufrimiento y las angustias de nuestros hermanos. Que podamos llevar alivio y palabras de esperanza y sintamos alegrías y satisfacciones de haber podido practicar la caridad, sin esperar más recompensa que la de tu amor. 

Te suplicamos que, al inicio de la semana, todo lo veamos con los ojos del corazón, con mirada compasiva y sentimientos de solidaridad, con pasos firmes y manos disponibles y que en nuestra “talega espiritual” no olvidemos de llevar tu presencia, el vino del consuelo y el aceite de la esperanza. 

Hoy pensemos bien de todos, hagamos el bien a todos y hablemos bien de todos. Una muy esperanzadora semana y un muy feliz inicio de la misma, con alegría y optimismo. Abrazos y bendiciones abundantes.

Por ningún motivo olvidemos que en este día celebramos la fiesta del Santo Rosario, que celebra la victoria cristiana de Lepanto en 1571 contra los turcos. El rezo del rosario nace del amor de los cristianos por la virgen en el medioevo. El origen de la camándula se remonta a varios siglos atrás, cuando los hermanos que no podían rezar los salmos en latín, repetían el Padre Nuestro y el ave María, contando piedritas o granos; fue santo Domingo, quien le dio forma actual cuyo significado es una corona de rosas ofrecidas a la Virgen. Ayer recordamos con cariño esas palabras sabias: “familia que reza unida. Permanece unida”. Que ojalá permanezcamos unidos en el amor, en la comprensión y la armonía, pero ante todo en la intercesión de Nuestra Santísima Madre del rosario; nuestro ramillete de rosas —que es nuestro rosario— sea el mejor regalo que le hacemos a nuestra madre santísima. 

Santísima virgen del Rosario, ruega por nosotros. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El ángel dice a María: «¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!» (v. 28); el evangelista Lucas escribe que la Virgen «quedó desconcertada, y se preguntaba qué podía significar ese saludo» (v. 29). Se queda sorprendida, desconcertada, turbada: se asombra cuando oye que el ángel la llama "llena de gracia" -la Virgen es humilde-, es decir, llena del amor de Dios. Esta es una actitud noble: saber asombrarse ante los dones del Señor, no darlos nunca por descontados, apreciar su valor, alegrarse de la confianza y la ternura que traen consigo. Y también es importante testimoniar este asombro delante de los demás hablando con humildad de los dones de Dios, del bien recibido, y no solo de los problemas cotidianos. Ser más positivos. Podemos preguntarnos: ¿sé asombrarme ante las obras de Dios? ¿Experimento maravilla alguna vez y la comparto con alguien? ¿O busco siempre las cosas feas, las cosas tristes? (…) Precisamente a través de la fidelidad cotidiana al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle "sí" con toda su vida. Entonces, preguntémonos: ¿creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? (Ángelus, 8 de diciembre de 2023)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.