Ultimo día de la semana. Descanso para algunos y trabajo para otros, lo importante es vivirlo plenamente en el amor del Señor e iniciarlo con mucha alegría y optimismo, sabiendo que estamos en sus manos.
En esta muy corta semana que va terminando, te damos gracias por un nuevo amanecer y te pedimos que las labores y actividades cotidianas sean bendecidas en tu amor y tu bondad. Hagamos nuestra oración y pongámonos en tus manos: Señor Dios nuestro, con demasiada frecuencia nos hacemos sordos a tu voz y a tu presencia en medio de nosotros. Inspíranos para comprender que justamente ahora es el momento de cambiar y de comprometernos al estilo de vida y al amor que tú nos exiges. Ayúdanos a hacer ver y comprender que tú vives en medio de nosotros y que eres nuestro Dios y Señor. Danos determinación y fuerza para llevar tu mensaje y tu vida a los que nos rodean. Ayúdanos a comprometernos a nosotros mismos, como tú con ilusión, con audacia, y sin vacilar, hacer pronto el bien que muchas veces aplazamos por tanto tiempo. Danos el don de ser justos con todos; que sepamos ayudar, servir y llenar de esperanza, al que vive la tristeza y la soledad. Señor estamos esperándote; pero no permitas que tú tengas que esperarnos a nosotros, pues queremos seguirte fielmente. Queremos tocar la flauta de la fe para que nuestros hermanos bailen al son de la bondad y la misericordia y nuestras vidas sigan llenas de ansiedad ante tu venida. Fortalécenos en tu amor y danos la ocasión de tener en cuenta las palabras del salmo: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche”. Te alabamos, te bendecimos y te adoramos Señor. Amén.
Un muy servicial viernes lleno de bendiciones y buenas acciones.
Reflexión del papa Francisco
Jesús compara la generación de su tiempo con aquellos muchachos siempre descontentos que no saben jugar con felicidad, que rechazan siempre la invitación de los otros: si hay música, no bailan; si se canta un canto de lamento, no lloran, ninguna cosa les está bien. Aquella gente no estaba abierta a la Palabra de Dios. Su rechazo no es al mensaje, es al mensajero. Como dice la lectura de hoy, rechazan a Juan el Bautista, que no come y no bebe, pero dicen que es un endemoniado. Rechazan a Jesús, porque dicen que es un glotón, un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Siempre tienen un motivo para criticar al predicador.