Nuestro corazón despierta para darte gracias e iniciar una nueva jornada, último día laboral, en disponibilidad y servicio, pero haciendo tu voluntad en esta linda semana que hemos recibido, en, obrando el bien y llevando esperanza con nuestro diario vivir y desechando lo viejo lo negativo y lo inútil en nuestras vidas. Iniciamos este hermoso mes con mucha fe, con deseos de una nueva vida, un corazón renovado y lleno de sentimientos agradables.
Nos hemos levantado y el camino recorrido nos muestra un horizonte lleno de vida de luz y de consuelo, porque moriremos al hombre viejo para nacer al hombre de la fe, la esperanza y la caridad. Danos la gracia de comprender que, la misma vida llega a ser un viaje de esperanza y alegría hacia ti. Aleja de nosotros todo egoísmo, toda envidia y permítenos comprender que lo que tú quieres y nos das lo recibimos con corazón agradecido y en humildad y sencillez.
Gracias, Señor, porque la viña que generosamente arreglaste —y que es nuestro corazón— ahora está dando frutos abundantes, para que cuando quieras percibir los frutos que hay en ella te mostremos cuánto la hemos cuidado y cuantos hemos cosechado en humildad y sencillez, en servicio y generosidad.
Ayúdanos a saber compartir generosamente y no sentir celos de los demás, porque con José tú nos demuestras hoy que tus caminos son muy diferentes a los nuestros. Permite que nuestra viña sea la más hermosa, pero al mismo tiempo la más humilde y productiva. Escucharemos tu voz que nos invita a levantarnos e ir al encuentro de nuestros hermanos y servirlos con fraternidad y solidaridad. A ti no acogemos y en ti y en ti confiamos.
A Nuestra Madre la Virgencita nos acogemos. Un muy feliz, esperanzador y optimista inicio de mes, lleno de buenas obras y deseos de bondad y misericordia.
Feliz y fructífero viernes.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
La urgencia de responder con frutos de bien a la llamada del Señor, que nos llama a convertirnos en su viña, nos ayuda a entender qué hay de nuevo y de original en la fe cristiana. Esta no es tanto la suma de preceptos y de normas morales como, ante todo, una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús hizo y continúa haciendo a la humanidad. Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña vivaz y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos. Una viña cerrada se puede convertir en salvaje y producir uva salvaje. Estamos llamados a salir de la viña para ponernos al servicio de los hermanos que no están con nosotros, para agitarnos y animarnos, para recordarnos que debemos ser la viña del Señor en cada ambiente, también en los más lejanos y desagradables. (Ángelus, 8 de octubre de 2017)