Alegre mañana para bendecirte y darte gracias por este día que iniciaremos puestos en tu presencia y bendecidos por tu bondad. Señor, Tú estás presente entre nosotros en secreto, de incógnito, con la apariencia de todos los días de una persona ordinaria cualquiera. Danos ojos de fe para que sepamos percibir que tú estás entre nosotros en nuestras alegrías y tristezas de la vida, en la gente que encontramos en nuestro diario vivir. Haznos atentos a tus muchas presencias y permítenos servir y amar a cada hermano porque en cada uno de ellos te encontraremos. Que en este día podamos pagar no sólo las dracmas de agradecimiento, sino pagarte con todo nuestro ser, nuestro amor y nuestro servicio, lo que gratuitamente nos concedes. A Nuestra Madre Santísima le pedimos que nos auxilie y sea una semana plena de Alegría y felicidad por lo que nos concederás: salud, bienestar y unidad. A ti te alabamos, te bendecimos y te glorificamos.
Un muy encantador inicio de semana vivido en fe y optimismo.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«La predicación evangélica nace de la gratuidad, del estupor de la salvación que llega; y eso que he recibido gratuitamente, debo darlo gratuitamente» Y desde el principio fueron así. San Pedro no tenía cuenta bancaria, y cuando tuvo que pagar impuestos el Señor lo envió al mar a pescar un pez y encontrar la moneda dentro del pez, para pagar. […] Todo es gracia. Todo. ¿Y cuáles son los signos cuando un apóstol experimenta esta gratuidad? Primero, la pobreza. El anuncio del Evangelio debe recorrer el camino de la pobreza. El testimonio de esta pobreza: no tengo riquezas, mi riqueza es sólo el don que recibí, Dios. Esta gratuidad: ¡ésta es nuestra riqueza! Y esta pobreza nos salva de convertirnos en organizadores, empresarios... Las obras de la Iglesia deben llevarse adelante, y algunas son un poco complejas; pero con corazón de pobreza, no con corazón de inversor o de emprendedor, ¿no? […] Cuando encontramos apóstoles que quieren enriquecer a la Iglesia, sin elogios gratuitos, la Iglesia envejece, la Iglesia se convierte en una ONG, la Iglesia no tiene vida. Hoy pedimos al Señor la gracia de reconocer esta gratuidad: "Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente". Reconoced esta gratuidad, ese don de Dios. Y con esta gratuidad avanzamos también nosotros en la predicación evangélica. (Homilía Santa Marta, 11 de junio de 2013)