Como todos los días, Señor, hoy te damos gracias por la generosidad de tu amor, por la abundancia de vida y por la riqueza más grande de todas: el amor de tu Madre Santísima. Hoy te pedimos que nos concedas el don del Espíritu para que nuestras obras sean según la voluntad del Padre y no según la nuestra. Que nuestros frutos sean verdaderas cosechas según el Espíritu: alegría, amor, bondad y ternura para que por medio de ellos sintamos la gracia de tu amor. Permítenos, Señor, que nuestros frutos sean los del Espíritu y que no nos vayamos a equivocar justificándonos con frutos negativos ni caigamos como los fariseos, poniendo cargas injustas y negativas a nuestros hermanos.
Celebramos a Nuestra Madre, la Virgen del Pilar; bajo su sombra nos cobijamos y en su Pilar nos apoyamos.
A ti nos acogemos, Santa Madre, pidiendo tu protección y auxilio. A ti, Madre del Pilar, dirigimos nuestra mirada suplicándote que obres portentos y maravillas en nuestras necesidades y que protejas a nuestras familias. Que tu Pilar sea nuestro apoyo y fortaleza para no dejarnos dominar por el mal.
¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Oh Madre de bondad guárdame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.
Oración a de san Juan Pablo II a N. S. del Pilar (Zaragoza, 6 de noviembre de 1982)
Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos han producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad; socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo; fortalece a los débiles en la fe; fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios; protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres; y asiste maternalmente, oh, María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.
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ORACIÓN
Omnipotente y eterno Dios que te dignaste disponer que la sacratísima Virgen María, Madre tuya, entre coros de ángeles sobre esta Columna de mármol, enviada del Cielo, viniera viviendo en carne mortal. Y que esta iglesia fuese edificada para su honra por Santiago ─el protomártir de los apóstoles─ y sus discípulos; te suplicamos, por sus méritos e intercesión, nos concedas alcancemos fácilmente lo que con toda confianza pedimos. Tú que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración de Paz y Calma
Que el Señor nos dé sabiduría para no dejarnos arrastrar por las corrientes del mundo que, aunque parezcan fascinantes, pueden llevarnos lejos del amor de Dios: "No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto" (Rom 12, 2).
Santo y bendecido miércoles para todos.