En esta mañana que hemos iniciado te danos gracias y sentimos en nuestros corazones un ferviente deseo de hacer el bien, amar muchísimo más a los que amamos y procurar cumplir tu voluntad. Hoy nuevamente nos invitas a mirar tus caminos y tu pensamiento y no los nuestros. Por eso nos invitas a pensar que el amor no se basa solamente en simpatías. Tu amor es un amor de fe, que no pone condiciones ni marca diferencias. Quien ama da más de lo que le piden y ama también a los “no-dignos-de-amor”, incluso a los enemigos. El verdadero amor no juzga ni condena, sino que está siempre listo para mostrar compasión y perdón. Cuando tenemos en cuenta todas estas implicaciones, seguramente debemos confesar con vergüenza que estamos muy lejos de este ideal que nos propones. ¿En qué medida somos—con nuestras vidas— signo del amor de Dios? Sea la ocasión para pedirte que nos colmes con tu propio amor gratuito. Enséñanos a amar y a bendecir incluso a los que nos maltratan o maldicen. Danos la fortaleza para que nuestro amor no sea limitado. Modela nuestros corazones sin medida, como el tuyo, para que verdaderamente nos llamemos hijos del Padre celestial y hermanos tuyos.
Hoy recordemos a san Juan Crisóstomo, obispo de Constantinopla. Gran predicador por lo que mereció el apelativo de Crisóstomo, es decir, “boca de oro”. Y tomemos sus palabras para el camino de este día: “Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una telaraña… éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro”.
Bendecidos en tu amor y tu bondad, que hoy sea un buen día para PERDONAR, AMAR y SERVIR de manera generosa y misericordiosa. Amén.
Un muy feliz y amoroso y vocacional jueves para todos.
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «¡Qué bueno es el Señor…! Él acompasa siempre sus pruebas a las fuerzas que nos da» (santa Teresita de Lisieux).
* «Cuando uno aprende a acusarse a sí mismo es misericordioso con los demás» (Francisco).
* «(…) Toda la Ley evangélica está contenida en el ‘mandamiento nuevo’ de Jesús (Jn 13, 34): amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado (cf. Jn 15, 12)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.° 1970)