Un amanecer radiante de felicidad, de Alegría y ante todo esperanzador, son motivos suficientes para darte gracias y animados para realizar nuestras actividades cotidianas. Hoy recordemos estas palabras: «Yo soy el Dios todopoderoso. Confíen en mí y cuenten conmigo; a ustedes les haré fuertes». Qué bellas palabras y alicientes para confiar en Dios.
Tú, Señor, asumiste estos poderes, y nos dices: «Vengan a mí, los pequeños, los humildes que están agobiados, que están tristes, que están desorientados, que viven en soledad, yo los fortaleceré y les enseñaré a amar; y entonces sus cargas serán livianas». Perdona las veces que nos volvemos ciegos o sordos y no sabemos dónde estás, o hacia dónde nos encaminamos.
Cuando nuestras cargas sean demasiado pesadas de llevar, ayúdanos a seguir buscándote y enséñanos a volvernos humildes y sencillos de nuevo, para que estemos abiertos a la fuerza que tú nos das. Ayúdanos a hacernos cercanos a nuestros prójimos necesitados y a ser refugio de descanso para los cansados de la vida. Haz que sepamos aceptar con alegría tu yugo, que con amor es más fácil de llevar. Ayúdanos a aliviar mutuamente nuestras cargas, danos fortaleza y convicción para confiar en ti en esperanza y Alegría.
Que santa Lucía nos ayude a mirar con ojos de fe y mirada de esperanza nuestras vidas y nuestro servicio. Regálanos el colirio de la claridad para ir al encuentro de este día y Tú mismo nos ayudes a cargar nuestras necesidades y dificultades.
No seamos carga para los demás, caminemos con alegría. Feliz miércoles de esperanza para todos.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
No nos olvidemos de abrirnos a Él y contarle la vida, encomendarle personas y situaciones. Quizás hay “zonas” de nuestra vida que nunca le hemos abierto a Él y que han permanecido oscuras, porque no han visto nunca la luz del Señor. Cada uno de nosotros tiene la propia historia. Y si alguien tiene esta zona oscura, buscad a Jesús, id a un misionero de la misericordia, id a un sacerdote, id... Pero id a Jesús, y contadle esto a Jesús. Hoy Él dice a cada uno: “¡Ánimo, no te rindas ante los pesos de la vida, no te cierres ante los miedos y los pecados, sino ven a mí!”. Cuando en la vida entra Jesús, llega la paz, la que permanece en las pruebas, en los sufrimientos. Vayamos a Jesús, démosle nuestro tiempo, encontrémosle cada día en la oración, en un diálogo confiado y personal; familiaricemos con su Palabra, redescubramos sin miedo su perdón. (Ángelus, 9 julio 2017)