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14-jul.-2024, domingo de la 15.ª semana del Tiempo Ordinario

Como verdaderos misioneros y misioneras debemos llevar siempre un mensaje único: que Dios nos ha bendecido en Ti

Te damos gracias, Señor, por esta semana que estamos terminando. Por todo lo vivido y realizado. Por el bien que hemos hecho y perdónanos en nuestras dificultades y ofensas. Como verdaderos misioneros y misioneras debemos llevar siempre un mensaje único: que Dios nos ha bendecido en Ti, con toda clase de gracias, nos has elegido para que seamos santos en el amor, nos ha destinado a que seamos hijos y que en Él nos ha perdonado nuestras culpas. La voluntad de tu Padre nos hará tener la seguridad de reunirnos a todos en tu amor y en hacernos una sola familia porque todos somos responsables de llevar el anuncio del amor, del perdón, del Reino a los que no lo conocen, a los que viven sin esperanza. Permítenos vivir siendo testigos del amor del Padre; del amor con que Tú nos amas y regalar ese amor a nuestros hermanos. Que lo podamos hacer, sin llevar en nuestro diario vivir tantas cosas que van siendo estorbo que no son necesarias de cargar porque más que llevarlas son un peso negativo para nosotros. Quita de nuestra talega espiritual, el egoísmo, la pereza, la envidia y todo lo que se oponga a tu amor, tu servicio y disponibilidad. Que sólo seamos portadores de tu presencia, tu bondad y tu misericordia. Te bendecimos y te damos gracias por enviarnos como portadores de fe y esperanza, comenzando en nuestros hogares. Que vivamos la verdadera unión y armonía que tú nos pides. 

Feliz y misionero domingo. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El pasaje evangélico se detiene en el estilo del misionero, que podemos resumir en dos puntos: la misión tiene un centro; la misión tiene un rostro. El discípulo misionero tiene antes que nada su centro de referencia, que es la persona de Jesús. La narración lo indica usando una serie de verbos que tienen Él por sujeto —«llama», «comenzó a mandarlos», «dándoles poder», «ordenó», «les dijo» (vv. 7.8.10)—, así que el ir y el obrar de los Doce aparece como el irradiarse desde un centro, el reproponerse de la presencia y de la obra de Jesús en su acción misionera. Esto manifiesta cómo los apóstoles no tienen nada propio que anunciar, ni propias capacidades que demostrar, sino que hablan y actúan como «enviados», como mensajeros de Jesús. Este episodio evangélico se refiere también a nosotros, y no solo a los sacerdotes, sino a todos los bautizados, llamados a testimoniar, en los distintos ambientes de vida, el Evangelio de Cristo. Y también para nosotros esta misión es auténtica solo a partir de su centro inmutable que es Jesús. No es una iniciativa de los fieles ni de los grupos y tampoco de las grades asociaciones, sino que es la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su Señor. Ningún cristiano anuncia el Evangelio «por sí», sino solo enviado por la Iglesia que ha recibido el mandado de Cristo mismo. (…) La segunda característica del estilo del misionero es, por así decir, un rostro, que consiste en la pobreza de medios. Su equipamiento responde a un criterio de sobriedad. (…)  El Maestro los quiere libres y ligeros, sin apoyos y sin favores, seguros solo del amor de Él que les envía, fuerte solo por su palabra que van a anunciar. (Ángelus, 15 de julio de 2018)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.