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15-ene.-2025, miércoles de la 1.ª semana del T. O.

Jesús muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: acercarse a las personas que sufren tanto en el cuerpo como en el espíritu.

El amanecer de este día nos permite vislumbrar un horizonte esperanzador para poder darte gracias y hacerlo sirviendo y amando a nuestros hermanos. 

Señor, Dios nuestro: Cada día nos encontramos con hermanos que sufren, que han sido probados duramente en la vida, que han tenido que enfrentarse al mal y al sufrimiento. ¿Qué les diremos? Danos palabras esperanzadoras y llenas de fe para anunciarlas. 

Que, como Tú, procuremos comprender el dolor de nuestros hermanos necesitados, sentir con ellos y ser amigos dignos de confianza, quizás estando junto a ellos en silencio, motivados siempre por Ti, que tomaste nuestros dolores y tomas parte en nuestras angustias. Danos ahora el espíritu de fortaleza para mantenernos firmes en nuestras pruebas, para crecer a través de ellas y para mantenernos al lado de los que viven sumergidos en sufrimiento, en soledad y tristeza. 

Que esta sea nuestra manera de compartir tu sacrificio en nuestra cotidianidad. Ayúdanos para que nuestro día sea bendecido en tu bondad y que, si nos llega la fiebre del desánimo, la pereza, la angustia y la soledad, sepamos que Tú estás a nuestro lado y nos quitarás cualquier malestar que nos impida la felicidad. Gracias, Señor. Amén.

Feliz y agradecido miércoles. Abundantes bendiciones. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El Evangelio de hoy (cf. Mc 1,29-39) presenta la sanación, por parte de Jesús, de la suegra de Pedro y después de otros muchos enfermos y sufrientes que se agolpaban junto a Él. La de la suegra de Pedro es la primera sanación física contada por Marcos: la mujer se encontraba en la cama con fiebre; la actitud y el gesto de Jesús con ella son emblemáticos: «Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó» (v. 31), señala el Evangelista. Hay mucha dulzura en este sencillo acto, que parece casi natural: «La fiebre la dejó y ella se puso a servirles» (ibid.). El poder sanador de Jesús no encuentra ninguna resistencia; y la persona sanada retoma su vida normal, pensando enseguida en los otros y no en sí misma, y esto es significativo, ¡es signo de verdadera salud! (…)

Desde el principio, por tanto, Jesús muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: es una predilección de Jesús acercarse a las personas que sufren tanto en el cuerpo como en el espíritu. Es la predilección del Padre, que Él encarna y manifiesta con obras y palabras. Sus discípulos han sido testigos oculares, han visto esto y después lo han testimoniado. Pero Jesús no les ha querido solo espectadores de su misión: les ha involucrado, les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar a los demonios (cf. Mt 10,1; Mc 6,7). Y esto ha proseguido sin interrupción en la vida de la Iglesia, hasta hoy. Y esto es importante. Cuidar de los enfermos de todo tipo no es para la Iglesia una “actividad opcional”, ¡no! No es algo accesorio, no. Cuidar de los enfermos de todo tipo forma parte integrante de la misión de la Iglesia, como lo era de la de Jesús. Y esta misión es llevar la ternura de Dios a la humanidad sufriente.  (Ángelus, Plaza San Pedro, 7 de febrero de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.