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17-jul.-2024, miércoles de la 15.ª semana del Tiempo Ordinario

«... los “sabios” y los “inteligentes” permanecen desconfiados y cerrados, hacen cálculos; mientras que los “pequeños” se abren y acogen el mensaje»

En la inmensidad de tu amor, te damos gracias por tu misericordia y generosidad al darnos el don de la vida; queremos retribuir tu bondad siendo fraternos con nuestros hermanos. Hoy nos colocamos en tus manos y te pedimos nos guíes para que nuestras obras y acciones vengan de ti. De ti procede todo bien. Te bendecimos por revelarnos cuánto nos amas. Haznos humildes y receptivos a tus dones para que estemos abiertos a la Buena Noticia de salvación, porque tú te revelas a los que asumen su pobreza. Llena esa pobreza con tu ternura y con la certeza de nuestra docilidad en obediencia. 

Gracias por hacernos humildes y sencillos de corazón para poder asumir las grandezas de tu palabra y, ante todo, poderte revelar en las personas con las que compartiremos en este día. Permite que la humildad y sencillez sean nuestro distintivo como verdaderos discípulos de tu amor y tu palabra. Bendícenos y guárdanos en el camino de este día. Amén.

Un humilde y sencillo miércoles compartido en servicio con nuestros hermanos. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Jesús alaba al Padre porque favorece a los pequeños. Es lo que Él mismo experimenta predicando en los pueblos: los “sabios” y los “inteligentes” permanecen desconfiados y cerrados, hacen cálculos; mientras que los “pequeños” se abren y acogen el mensaje. Esto solo puede ser voluntad del Padre, y Jesús se alegra. (…) Jesús reza alabando al Padre. Y su oración nos conduce también a nosotros, lectores del Evangelio, a juzgar de forma diferente nuestras derrotas personales, las situaciones en las que no vemos clara la presencia y la acción de Dios, cuando parece que el mal prevalece y no hay forma de detenerlo. Jesús, que también recomendó mucho la oración de súplica, precisamente en el momento en el que habría tenido motivo de pedir explicaciones al Padre, sin embargo, lo alaba. Parece una contradicción, pero está ahí, la verdad. (…) También es ese el tiempo de la alabanza, como Jesús que en el momento oscuro alaba al Padre. Para que aprendamos que, a través de esa cuesta, de ese sendero difícil, ese sendero fatigoso, de esos pasajes arduos, se llega a ver un panorama nuevo, un horizonte más abierto. Alabar es como respirar oxígeno puro: te purifica el alma, te hace mirar a lo lejos, no te deja encerrado en el momento difícil y oscuro de las dificultades. (Audiencia general, 13 de enero de 2021) 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.