Otro fin de semana, otro día que nace en la vida de cada uno de nosotros gracias a tu bondad a tu misericordia y generosidad. Gracias por este nuevo descanso que nos regalas para pensar en ti, con corazón agradecido y dispuestos a hacer tu voluntad.
En este día, celebramos a san Lucas, conocido como el “médico querido”, autor del tercer evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Nació en Antioquía de Siria, y era un gentil. Discípulo del apóstol Pablo, que lo siguió hasta su martirio. Solícito investigador de la vida de Jesús desde su infancia con María, mostrando con su pluma la mansedumbre, la misericordia de Jesús y su sensibilidad, en particular en la evangelización a los gentiles: la parábola del buen samaritano, el aprecio por la fe de la viuda de Sarepta, de Naamán el sirio y del samaritano leproso, son parábolas de una profundidad amorosa y de confianza al padre celestial. Murió a los 84 años en Beocia.
Colocados confiadamente en tus manos, Señor, ilumínanos con tu espíritu de sabiduría y de inteligencia para llevar palabras esperanzadoras en esta misión. Que al igual que los discípulos hoy nos encomiendas nuevamente. Permítenos anunciar tu reino con palabras y obras. Amén.
Nuestro fin de semana sea compartido en familia y generoso en servicio hacia nuestros hermanos especialmente los enfermos y los más necesitados de tu bondad y misericordia.
PALABRAS DEL PAPA
La Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplen con sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta exterior; necesitan, en cambio, obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren. Quizás no falten los “cristianos de ocasión”, que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; pero son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad. Para hacer esto no se necesitan demasiadas ideas teóricas sobre conceptos pastorales; se necesita, sobre todo, rezar al dueño de la mies. En primer lugar, pues, está la relación con el Señor, cultivar el diálogo con Él. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino. (León XIV – Ángelus 6 de julio de 2025)
ORACIÓN
Señor, hoy, al recordar a san Lucas, tu evangelista fiel, te doy gracias por todos aquellos que, como él, anuncian tu Reino con alegría y misericordia. También hoy me llamas a mí a ser testigo de tu amor, sembrador de esperanza, portador de consuelo en medio del dolor. Enséñame a salir sin miedo, confiando solo en tu providencia Amén.
Reflexión del Evangelio fue escrita por P. Luis Alberto Tirado Becerril, misionero del Espíritu Santo.
«La cosecha es mucha y los trabajadores pocos». Evidentemente también hoy podríamos descubrir en el Evangelio una llamada a ser, todos los cristianos, trabajadores de la viña del Señor, suscitadores de paz en el mundo, anunciadores del Reino de Dios y promotores de la conversión. Y es así… Todos los cristianos somos llamados a la misma misión de Cristo, es decir, a trabajar por la salvación de cada ser humano.
Pero también es cierto que el Evangelio nos dice que, en esta ocasión, Cristo escogió a otros 72 discípulos para enviarlos en misión. Es decir, que de todos los discípulos que tenía, escogió un grupo particular de hermanos para hacerlos sus colaboradores de manera especial, como ya lo había hecho con los apóstoles, como lo sigue haciendo hoy con aquellos a quienes llamamos sacerdotes.
A los sacerdotes los escoge para que sean los ungidos del Señor, los ministros de Dios, los administradores de la salvación; salvación que, seamos honestos, también en la actualidad sigue en riesgo para miles de millones de personas, porque las necesidades más profundas de la Iglesia y del mundo, siguen siendo hoy muchas, muchísimas y solo pueden ser saciadas en el encuentro del hombre con Dios. Porque la salvación solo es posible al aceptar a Cristo, su persona y su doctrina, porque solo quien come su carne y bebe su sangre tiene vida eterna; y porque solo los sacerdotes pueden hacerlo posible, y cada vez son menos y más ancianos.
Los jóvenes por su lado, incluso los cristianos, albergan la idea de que ser sacerdote depende solo de si eso es lo que quieren o se les antoja, pero en realidad, lo más importante, no es lo que uno quiere, sino lo que quiere Dios: ¿Cuál es la misión y el camino de plenitud que tiene para cada uno y cómo puede uno hacerle para querer su querer? El sacerdocio es un llamado que Dios hace a algunos, llamado al que solo responden los valientes, pues implica cargar con Cristo la cruz del mundo.
Preguntas:
¿De qué seguridades materiales o emocionales necesito desprenderme para confiar más en Dios?
Cita bíblica del día.
«Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15).