Al inicio de nuestras actividades cotidianas y nuestros anhelos de este día elevamos nuestra acción de gracias y te suplicamos tu grata compañía y tu bendición. Tú hablas entre nosotros palabras y hechos proféticos que muestran tu valor y tu entrega. Haznos lo bastante valientes para caminar contigo aun cuando la mejor de nuestras intenciones sea mal comprendida. Sabias son tus palabras para decirnos la desconfianza de aquellos cercanos que no han comprendido la grandeza de tu amor ni tus obras realizadas. También nosotros en muchas ocasiones nos planteamos preguntas sobre tu identidad. Sabemos que tú eres el hijo del carpintero, que posees sabiduría y realizas acciones milagrosas, pero nos hemos quedado sin dar un salto de fe para descubrir tu identidad divina. Es necesario que el Espíritu Santo nos ayude a descubrir maravillados tu santa identidad. Hoy te pedimos que aumentes nuestra fe y confianza hacia ti, porque en ocasiones también caemos en desconcierto hacia ti. Abre los oídos de nuestro corazón y los ojos de la fe, para anunciar a los demás las maravillas que obras en nosotros y anunciemos que eres tú la FUENTE DE NUESTRA ALEGRÍA Y LA INSPIRACIÓN EN NUESTRO ACTUAR. Hoy nuestro buen deseo y propósito sea anunciar tu nombre y contagiar a nuestros hermanos de buena energía, de optimismo y de confianza en Ti, porque eres nuestra alegría y nuestro gozo, nuestra guía y luz que iluminas nuestro sendero. Permite Señor, que al término de nuestra jornada laboral te reconozcamos como el Dios vivo y verdadero, inmenso de bondad y misericordia. Amén.
Un muy feliz y confiado viernes en la presencia del Señor.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Detengámonos en la actitud de los paisanos de Jesús. Podemos decir que ellos conocen a Jesús, pero no lo reconocen. (…) En realidad, no se han dado nunca cuenta de quién es realmente Jesús. Se detienen en la exterioridad y rechazan la novedad de Jesús. Y aquí entramos precisamente en el núcleo del problema: cuando hacemos que prevalezca la comodidad de la costumbre y la dictadura de los prejuicios, es difícil abrirse a la novedad y dejarse sorprender. (…) Pero sin apertura a la novedad y, sobre todo —escuchad bien—, apertura a las sorpresas de Dios, sin asombro, la fe se convierte en una letanía cansada que lentamente se apaga y se convierte en una costumbre, una costumbre social. He dicho una palabra: el asombro. ¿Qué es el asombro? El asombro es precisamente cuando sucede el encuentro con Dios: “He encontrado al Señor”. Leemos en el Evangelio: muchas veces, la gente que encuentra a Jesús y lo reconoce, siente el asombro. Y nosotros, con el encuentro con Dios, tenemos que ir en este camino: sentir el asombro. Es como el certificado de garantía que ese encuentro es verdad, no es costumbre. (Ángelus, 4 de julio de 2021)