El canto de las aves y la claridad de un nuevo día nos anuncia que nace para nosotros una nueva experiencia y le damos gracias al Padre celestial por su bondadosa generosidad. Tenemos vida y salud, nuestro corazón palpita para vivir intensamente este día en amor, fraternidad, solidaridad y servicio a nuestros hermanos.
Ahora es nuestro momento de encuentro contigo en tu palabra y en tu voluntad. En el libro del Génesis nos regalas esta bella historia del hijo de Abraham con su esclava Agar, pensando que Dios nunca nos abandona: "Dios le abrió los ojos, y vio un pozo de agua".
Ciertamente esta historia puede sorprendernos e incluso parecer poco adecuada la actitud del patriarca y su esposa, pero la Palabra de Dios nos explica que Él tiene una historia de amor preparada para cada persona, pues todos somos sus hijos. Sería Isaac el destinado para continuar la gran Historia de la Vocación Salvífica de los Patriarcas: Dios “abrió los ojos y vio”. Creer en Dios es esperar siempre el pequeño o imponente milagro que nos permite descubrir lo que Él quiere para nosotros y que será siempre la Vida con mayúscula. Pensemos por un momento el encuentro tuyo con la Samaritana y tus palabras: «Yo soy la fuente de agua viva». Gracias, Señor, por este miércoles que esperamos sea de positivismo, confianza y seguridad y no seamos como los Geradenos, llenos de miedo y desconfianza.
Ojalá el Señor nos abra siempre los ojos y nos permita ver, más allá de las primeras apariencias o apresuradas interpretaciones, que el destino que Dios nos reserva para cada uno es de Salvación y de Vida. Los abrazo y los bendigo.