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2-mar.-2024, sábado 2.º de Cuaresma

Cuaresma2024dia18

En esta Cuaresma ayúdanos, Señor, a que hagamos un viaje a nuestro interior, a lo más profundo de nuestro corazón

Gracias, Señor, por el don de la vida que nos sigues concediendo, pero ante todo gracias por la gratuidad de tu amor y por la lección de amor y misericordia que nos regalas hoy en las lecturas. Al igual que Miqueas invita a su pueblo a convertirse a Yahvé, también nosotros debemos volvernos a Ti llenos de confianza, sabiendo que Tú «arrojas nuestros pecados al fondo del mar».

Ahora nos regalas este tiempo para que miremos en nosotros mismos cómo estamos actuando y nos muestras todo el esplendor que tiene el Padre misericordioso. El hijo menor representa a todos aquellos que se han desviado del buen camino, todos los que de alguna manera viven de espaldas a Dios, lejos de su voluntad. A él le llega el momento de reflexionar, recapacita y se da cuenta de que  alejarse de su padre, de Dios, le ha traído mayor desdicha; no es que él piense en su padre, en el daño que le haya podido hacer, sino que es el hambre  lo que le hace reaccionar, lo que le hace entrar dentro de sí y reflexionar sobre su vida, lo que le hace emprender el viaje de vuelta; aunque la verdadera conversión de este hijo llega cuando él experimenta la misericordia y el amor incondicional de su padre, de Dios, es decir, cuando se siente el hijo amado de Dios.

El otro hijo es el cumplidor, el que, a pesar de estar siempre en la casa del Padre, tiene aún mayor desdicha que el menor, pues su soberbia y envidia impiden que la gracia de Dios actúe en él. Él mismo se cierra a experimentar el amor y la misericordia de Dios, en definitiva, a sentirse el hijo amado de Dios. Ambos se dan cuenta que no les faltaba el amor del padre, que ese amor estaba por encima de lo que ellos pensaban.

Igual sucede con nosotros, Señor. Sentimos a veces decepciones, incomprensiones y queremos culpar a los de más nuestras debilidades. Permíte que podamos mirar la vida con tranquilidad y no dentro de negativismos que nos alejan de tu amor y tu misericordia.

En esta Cuaresma ayúdanos, Señor, a que hagamos un viaje a nuestro interior, a lo más profundo de nuestro corazón, sin miedo, y allí descubramos qué tenemos de hijo menor y qué de hijo mayor y, sobre todo, levantarnos y ponernos en camino para actuar con misericordia y perdón. Si tenemos que reflexionar para cambiar, que lo hagamos sabiendo que tu bondad y ternura están por encima de nuestras culpas. Bendícenos, guárdanos y protégenos pero ante todo que logremos tu abrazo de perdón. Danos, Señor, un corazón como el del Padre, para saber perdonar, saber amar y saber olvidar. Amén.

NO OLVIDEMOS QUE “EL SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO”. Feliz y misericordioso fin de semana. Hoy, primer sábado de mes, Santo Rosario y Eucaristía ofrecido por todos ustedes, nuestros enfermitos y las necesidades de nuestras familias.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El problema —empecemos por el hijo mayor—, el problema es que estaba en casa, pero nunca se dio cuenta de lo que significaba vivir en casa: cumplía con sus deberes, hacía su trabajo, pero no entendía lo que era una relación de amor con el padre. Este hijo «se indignó y no quiso entrar» (v. 28). “¿No es esta acaso mi casa?” — había pensado. Lo mismo que los doctores de la ley. “No hay orden. Vino este pecador y le hicieron una fiesta, ¿y yo qué?”. El padre dice la palabra clara: «Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas» (v. 31). Y de esto, el hijo no se había dado cuenta, vivía en casa como en un hotel, sin sentir esa paternidad... ¡Muchos “huéspedes” en la casa de la Iglesia que se creen los amos! Es interesante: el padre no dice una palabra al hijo que vuelve del pecado, solo lo besa, lo abraza y le hace una fiesta (cf. v. 20); a este [al mayor] en cambio tiene que explicárselo, para entrar en su corazón: su corazón estaba “blindado” por sus concepciones de la paternidad, de la filiación, del modo de vivir. (Homilía Santa Marta, 14 de marzo de 2020)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.