Pasar al contenido principal

20-feb.-2024, martes 1.º de Cuaresma

Cuaresma2024día7

Señor, tú nos llamas a la autenticidad y a la sencillez en algo que debemos realizar todos los días y que en este tiempo nos llamas a intensificar: la oración.

Alegre y bendecido despertar nos regalas, Señor, para alabarte, bendecirte y realizar tus obras. Señor, tú nos llamas a la autenticidad y a la sencillez en algo que debemos realizar todos los días y que en este tiempo nos llamas a intensificar: la oración. Pero nos dices que para orar no son necesarias palabras bonitas ni muchas; precisamente, de lo que estamos necesitados en tan ruidoso y complejo momento, es de silencio, sobre todo, del corazón, que es el más difícil de conseguir; acallar la cantidad de ruidos que nos impiden escuchar el susurro de tu voz: rencores, afectos desordenados, mentiras, egoísmos…

Estos son los primeros obstáculos que acuden a nuestra oración y que intentan desanimar nuestra práctica. Pero hay que dejarlos salir —que fluyan, que se manifiesten, aunque sean incómodos— porque, aun siendo los primeros en aparecer cuando uno se pone a orar, no tienen la última palabra y tras ellos surgen las mociones del Espíritu, la consolación del Padre celestial y la recompensa por parte de Él, como nos lo decías el miércoles de ceniza.

Tú nos proclamas tu palabra para nuestro bien, pero si no sacude nuestras vidas ni es proclamada con verdadero sentimiento de corazón, no podemos decir que de verdad la oímos. Sigue tú, Señor, hablándonos con tu palabra y abre nuestros corazones a ella para que produzca fruto en nosotros cuando hacemos la voluntad del Padre celestial y llevamos a cabo aquello para lo que hemos sido enviados. Inspíranos por medio de tu Espíritu para que recibamos, meditemos y hagamos vida tu palabra, de modo que dé fruto abundante y así se cumplan las palabras que hoy nos regalas por medio del profeta Isaías: «así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».

Terminamos nuestra oración y reflexión recordando tus palabras: «cuando ores, entra a tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto y tu Padre, ve en lo secreto, te lo recompensará».

Perdonemos de corazón, para ser perdonados. Un muy bendecido martes, con los oídos del corazón abiertos y en silencio, para encontrarnos con el amor de Dios Padre. A Nuestra Madre, la Virgencita, la orante por excelencia, nos acogemos.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.