Humildemente te damos gracias por este nuevo día que iniciamos y lo hacemos en tu santo nombre. No sabemos qué nos deparará, pero sabemos que contamos contigo y eso hará que nuestro día cuente con tu presencia y tu auxilio. Tú nos aseguras que tenemos un Padre rico en perdón y misericordia.
Te pedimos una buena dosis de humildad y honestidad para reconocer, ante ti y ante nuestros hermanos, que somos débiles y que con frecuencia tratamos de cerrar los ojos a nuestras faltas y pecados. Fortalécenos con la gracia que obtuviste para nosotros con tu sacrificio en la cruz. Concédenos valor para buscar tu perdón y para convertirnos y volver a ti, sinceramente y de todo corazón, y para servirte en nuestros hermanos. No permitas que desviemos nuestros caminos y mucho menos nuestros corazones y así como los Ninivitas creyeron al profeta, también nosotros creamos en tu palabra y caminemos por tus sendas. Que no te pidamos más signos que los dones de sabiduría e inteligencia, discernimiento y prudencia para cumplir tu voluntad. Bendícenos y guíanos por senderos de misericordia y amor. Amén.
NUESTROS SIGNOS SEAN: LA FRATERNIDAD, LA SOLIDARIDAD Y LA GENEROSIDAD. Feliz miércoles.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Los doctores de la ley no entendían los signos de los tiempos, invocando un signo extraordinario. Y propuso algunas respuestas: la primera es que «estaban cerrados. Estaban cerrados en su sistema, tenían perfectamente acomodada la ley, una obra maestra. (…) Estaba todo ordenado, (…) Habían olvidado que Dios es el Dios de las sorpresas, Dios es siempre nuevo (…) Y ellos no entendían y se cerraban en ese sistema hecho con tanta buena voluntad; y pedían» a Jesús que les diera «una señal», continuando sin entender «los numerosos signos que hacía Jesús» y permaneciendo en una actitud de total «cerrazón». La segunda, «habían olvidado que eran un pueblo en camino. Y cuando uno está en camino, se encuentra siempre cosas nuevas, cosas que no conoce. (…) De aquí la recomendación final de reflexionar sobre este tema, de interrogarse sobre los dos aspectos, preguntándose: «¿Estoy apegado a mis cosas, a mis ideas, cerrado? O ¿estoy abierto al Dios de las sorpresas?». Y también: «¿Soy una persona inactiva, o una persona que camina?». Y, en definitiva, concluyó, «¿creo en Jesucristo y en lo que hizo», es decir «que murió, resucitó... creo que el camino siga adelante hacia la madurez, hacia la manifestación de la gloria del Señor? ¿Soy capaz de entender los signos de los tiempos y ser fiel a la voz del Señor que se manifiesta en ellos?». (Homilía Santa Marta, 13 de octubre del 2014)