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22-ago.-2024, jueves de la 20.ª semana del Tiempo Ordinario

Otro día de infinito amor que nos regalas, Señor, y en el que te podemos dar gracias por la vida, por el amor, por los sentimientos que nacen hoy en n

Otro día de infinito amor que nos regalas, Señor, y en el que te podemos dar gracias por la vida, por el amor, por los sentimientos que nacen hoy en nuestros corazones, pero ante todo por el tesoro grande del amor en Nuestra Madre Santísima, a quien veneramos en este día como Reina y Señora. Ella que solo quería ser tu humilde sierva, nada más. Permítenos honrarla como nuestra reina y nuestro modelo de fe sincera y profunda, de humildad y fiel servicio a tus planes. Como Ella, no busquemos más recompensa que la que tú nos prometes. Que no busquemos ser envidiosos con lo que tú nos das a cada uno de nosotros y mucho menos pensemos dar excusas a la invitación amorosa que tú nos haces al banquete de bodas; nuestra disponibilidad y agradecimiento a tu invitación sea fruto de tu bondad y generosidad. Cada día nuestro corazón estará vestido de fiesta cuando vivimos la fraternidad y la solidaridad. 

En este jueves estemos atentos a las invitaciones que recibiremos en tu Palabra y la obediencia de Nuestra Madre. 

Nuestro jueves sea vivido en la ternura y sencillez de la Virgen. 

ORACIÓN 

Oh Dios bondadoso, tu hijo Jesús vino a este mundo para hacer tu voluntad y para dejarnos Su paz. Por la intercesión de nuestra Bendita Madre María, Reina de la Paz, concédenos sabiduría y humildad a fin de dar a conocer esa paz en el mundo. Inspira nuestros pensamientos, palabras y acciones para ser testigos de Tu presencia en nuestros corazones. Que el Espíritu Santo nos colme con todas sus gracias y bendiciones, de modo que podamos seguir en el camino que conduce a lograr la paz para toda la humanidad. Amén.

Oración a María Reina del papa Pío XII

María, “llena de gracia y bendita entre las mujeres”, extiende, te lo suplicamos, la mano de tu maternal protección sobre nosotros, tus hijos e hijas, que estamos en torno a tu trono de Reina, como falanges dóciles a tus indicaciones y resueltos a realizar con tu ayuda, en nosotros mismos y en nuestros hermanos, el ideal de la verdad y de la perfección cristiana.

Nuestra mirada se fija con admiración en ti, Hija Inmaculada y predilecta del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre delicadísima de Jesús. Obtennos de tu Hijo el poder reflejar en nosotros tus sublimes virtudes en cualquier edad y cualquier condición. Amén.

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.