Gracias, Señor, al término de la semana, porque lo realizado ha sido bendecido en tu nombre y hemos podido sembrar para que Tú coseches. Gracias por todo lo que nos das.
«¿Quién decís que soy yo?» Hoy nos haces la misma pregunta de ayer y hoy la tomamos dándote una respuesta cariñosa y de agradecimiento.
“¿Quién dices que soy yo?” “¿Quién soy para ti?” Es necesario que nos paremos en nuestras actividades y nos planteemos por qué, para qué y por quién vivimos y actuamos. ¿Eres Tú, el que llena mi existencia? ¿Te vemos como un profeta, alguien a quién descargar nuestras preocupaciones, un Dios que me sirve y me acomoda en cada circunstancia de la vida? ¿O somos capaces de reconocerte como el Mesías el Hijo de Dios, guía y luz?
Dependiendo de nuestra respuesta será nuestro compromiso. Si sabemos reconocerte como nuestro Salvador, que viniste y vienes constantemente a nuestra vida y nos ofreces tu Palabra de vida, tu pan de amor. Nos dices “haz esto con los demás”.
Esa respuesta nos compromete, nos da vida y paz y hace que nuestra que existencia sea plena, que cuando oremos nos encontremos contigo y con el Padre celestial, que cuando trabajemos nos realicemos como personas y discípulos, que cuando amemos lo hagamos intensamente y con generosidad. En resumen, que nuestra vida sea dichosa, feliz y plena.
Hoy, al celebrar la fiesta de la cátedra de Pedro, te pedimos que nos regales palabras de fe y optimismo para proclamarte como nuestro Señor y Mesías y nos fortalezcas en nuestro camino hacia Ti. Amén.
Nuestra Madre sea nuestra fortaleza y Refugio. Feliz y bendecido sábado y santo fin de semana.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
A lo largo de los siglos, el mundo ha definido a Jesús de distintas maneras: un gran profeta de la justicia y del amor; un sabio maestro de vida; un revolucionario; un soñador de los sueños de Dios... etc. Muchas cosas bonitas. En la Babel de estas y otras hipótesis destaca todavía hoy, sencilla y neta, la confesión de Simón llamado Pedro, hombre humilde y lleno de fe: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (v. 16). Jesús es el Hijo de Dios: por eso está perennemente vivo Él como está eternamente vivo su Padre. Esta es la novedad que la gracia enciende en el corazón de quien se abre al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero todavía más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de Vida, la Vida misma hecha carne, visible y tangible en medio de nosotros. Esta es la experiencia del cristiano, y no es mérito suyo, de nosotros cristianos, y no es mérito nuestro, sino que viene de Dios, es una gracia de Dios, Padre e Hijo y Espíritu Santo. Todo esto está contenido en esencial en la respuesta de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Y después, la respuesta de Jesús está llena de luz «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (v. 18). Es la primera vez que Jesús pronuncia la palabra «Iglesia»: y lo hace expresando todo el amor hacia ella, que define «mi Iglesia». Y la nueva comunidad de la Alianza, ya no basada en la descendencia y la Ley, sino en la fe en Él, Jesús, Rostro de Dios. (Ángelus, 29 de junio de 2018)
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «Estamos con el Papa, porque estando con él, se está con Dios» (santo Tomás Moro).
* «Pedro, para todos los tiempos, debe ser el custodio de la comunión con Cristo. La responsabilidad de Pedro consiste en garantizar la comunión con Cristo con la caridad de Cristo, guiando a la realización de esta caridad en la vida diaria» (Benedicto XVI).
* «Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido ‘de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos’ (Mt 16,17). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 153)