Qué hermoso es iniciar una nueva jornada y saber ─que al hacerlo─ llevamos en nuestra mente tu imagen y esta es la que queremos proyectar. En este tiempo que vamos transitando y que nos hablas de lo que hemos de hacer, nos das ocasión de meditar tus palabras y encontrar momentos de tranquilidad en lo que nos dices: «cuidado con que nadie los engañe». No son palabras amenazadoras, sino esperanzadoras. Santa Cecilia confió y esperó en Ti, no se atemorizó y cantó a Dios. Danos la fortaleza, para encontrar palabras esperanzadoras, para que llevemos a nuestros hermanos a confiar también en Ti, a pesar de los tiempos difíciles: «ya pero todavía no». Permítenos fortalecer nuestra fe, que no es una posesión de la verdad ni ritos que no nos dan seguridad.
Haz que nos percatemos de quienes sufren pruebas y de que tú nos llamas para que seamos testigos creíbles de tu pasión y resurrección en nuestro tiempo y en nuestra situación. No permitas que nos dejemos engañar por cualquiera que proclame un mensaje demasiado fácil. Que nuestro único guía seguro y fiable seas tú, que eres nuestro camino, verdad y vida, nuestra esperanza y nuestra resurrección. Sabemos, Señor, que en nuestro diario vivir vamos teniendo momentos difíciles, guerras por nuestro individualismo e indiferencia, terremotos espirituales que nos tratan de desestabilizar en el camino que llevamos contigo; hambre de tu bondad, misericordia y amor. Pero sabemos que confiando en ti todo se nos dará por añadidura.
Alegres y optimistas emprendemos el camino de este día pidiendo tu bendición y compañía, para que nuestras palabras sean las que tú quieras que dirijamos a nuestros hermanos, nuestra mirada sea tu mirada y nuestros pasos un caminar contigo. Danos tu santa bendición y no permitas que nada nos aparte de tu presencia. Amén.
Nuestra Madre nos auxilie. Feliz y fortalecedor martes.
Oración de Paz y Calma
«¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (Santiago 5, 14-15).