El sol radiante de un nuevo día disipa las tinieblas de la noche y nos anuncia un nuevo amanecer. Gracias, Señor, porque nuestro corazón se levanta para amar, servir y bendecir tu santo nombre. En este día nos regalas la alegría de recordar a santa Rosa de Lima, virgen, nacida en Lima en 1586; de ella decía la empleada doméstica “eres bella como una rosa”, por su extraordinaria belleza. Tuvo una gran inclinación a la oración y a la meditación y rezando ante la virgen se le apareció el Niño Jesús que le decía: “conságrame a mí todo tu amor”. Su vida fue austera, de dolor y sacrificio, y decía: “Dios mío, puedes aumentar los sufrimientos con tal que aumentes mi amor por ti”. Es patrona del Perú y de América latina, murió en 1617.
Gracias, Señor, por el testimonio de vida de santa Rosa de Lima y porque encontramos en tu palabra un estilo de vida de austeridad, pero ante todo de castidad, como nos lo dice san Pablo en este día. Permite, Señor, que tu Espíritu Santo nos ayude a elegir y a respetar cada uno de los estados de vida por causa del reino de los cielos, que seamos atentos y valoremos el aporte a la vida que nos regalas.
En la gracia de tu infinito amor, deseamos un muy feliz, viernes de amor, comprensión y entrega desinteresada. Los abrazo y los bendigo.
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas».
Pensamientos para el Evangelio de hoy (Evangeli.net)
* «Tú me preguntas por qué razón y con qué método o medida debe ser amado Dios. Yo contesto: la razón para amar a Dios es Dios; el método y la medida es amarle sin método ni medida» (san Bernardo).
* «Nada debe anteponerse al servicio de Dios. Tal “sometimiento” a Dios no es destructivo de la criatura. La creación está configurada de tal manera que invita a esta adoración. El ritmo de nuestra vida sólo vibra correctamente si está imbuido por esta fuerza» (Benedicto XVI).
* «(...) La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2097)