Te damos gracias en el comienzo de este último día laboral de nuestra semana y lo queremos iniciar con plena confianza en ti, con alegría y optimismo. Un viernes en el que te pedimos que nuestro ayuno sea de palabras y obras que vayan a perjudicar a nuestros hermanos y que la abstinencia no sea únicamente de carne, sino privarnos de algo que nos guste.
Tú nos retas a ser responsables por el bien y el mal que hacemos y nos llamas a la conversión. Ayúdanos a enfrentarnos a nosotros mismos, para que no recurramos a excusas poco convincentes para encubrir nuestras faltas.
Haznos honestos con nosotros mismos y conscientes de que siempre podemos contar contigo como nuestro guía y nuestra fuerza en el camino hacia el Padre celestial. Concédenos que en cada una de nuestras labores coloquemos sentimientos bondadosos como ofrenda de suave fragancia a ti. Que este día sea de reconciliación y conversión y todo esté enmarcado en la fraternidad y la solidaridad. Que, al presentar la ofrenda de nuestro trabajo, te presentemos nuestros corazones radiantes de alegría y servicio. «Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme». Amén.
Feliz viernes contando con la bendición del Señor.
Un muy renovado y deseado viernes penitencial, vivido en austeridad, fraternidad y solidaridad.