Amanecer agradecido en el que contemplamos las obras de tu amor y las maravillas que haces por nosotros.
Que hoy tengamos un corazón generoso y misericordioso para nuestros hermanos. Danos la capacidad de amar y perdonar como Tú lo haces y en la forma que nos invitas en este día, porque sí somos capaces de hacerlo con tu gracia. Quizás no hay nada que nos lleve más cerca de Ti y nos haga tan semejantes como la buena disposición para perdonar y la actitud de amar incluso a los enemigos. Estas actitudes son muy contrarias a nuestros sentimientos; sin embargo, tu palabra nos insiste: ustedes que han recibido el perdón, perdonen también, reconcíliense, sean misericordiosos como el Padre del cielo es misericordioso.
Con tu palabra y ejemplo nos invitas que no devolvamos mal por mal y que nos mostremos disponibles a quienquiera que sea exigente con nosotros. Haznos totalmente conscientes de que esto es lo que Tú has hecho por nosotros. Que tu Santo Espíritu nos inspire con una confianza en tu amor misericordioso y nos ayude a ser como Tú nos dices que es el Padre celestial: misericordioso.
Danos la nobleza de David para no hacer el mal y permite que en nuestros corazones sólo tengamos sentimientos de compasión, de bondad y misericordia para cumplir tu santa voluntad de amarnos y perdonarnos como Tú lo haces con nosotros. Que nuestro perdón no sea fingido, sino de corazón y olvidando las ofensas. Danos la fortaleza que tuviste para perdonar y muéstranos tu camino, porque nuestra debilidad a veces nos impide abrazarnos y reconciliarnos. Amén.
Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos. Te damos gracias, Señor. Un muy feliz y familiar Domingo, lleno de bendiciones, de amor y reconciliación.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen» (versículos 27-28). Y esto no es una opción, es un mandato. No es para todos, sino para los discípulos, que Jesús llama “a los que me escucháis”. Él sabe muy bien que amar a los enemigos va más allá de nuestras posibilidades, pero para esto se hizo hombre: no para dejarnos, así como somos, sino para transformarnos en hombres y mujeres capaces de un amor más grande, el de su Padre y el nuestro. Este es el amor que Jesús da a quienes lo “escuchan”. ¡Y entonces se hace posible! Con él, gracias a su amor, a su Espíritu, también podemos amar a quienes no nos aman, incluso a quienes nos hacen daño. (Ángelus, 24 de febrero de 2019)