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24-ago.-2024, sábado de la 20.ª semana del Tiempo Ordinario

“LO HEMOS ENCONTRADO. VEN Y LO VERÁS”

Señor, qué bello es despertar y sentir que la vida comienza a sonreír en nuestro optimismo, nuestra alegría y nuestra esperanza, porque nos regalas un día más de vida y porque podemos iniciar nuestras labores gracias a que nos das el don de la salud, del bienestar y que caminas a nuestro lado. Solamente te pedimos que nos regales palabras de fe, esperanza y fuerza espiritual para culminar nuestro caminar de esta semana. Hoy celebramos a san Bartolomé, apóstol. Ojalá se pudiera decir de cada uno de nosotros lo que dijiste de Bartolomé: «Ahí tienen a una persona honesta, a un cristiano cabal, en quien no hay engaño».  Haznos, Señor, verdaderos discípulos tuyos, que vivamos día a día tal como creemos y que con nuestro modo de vida cooperemos en atraer nuestros hermanos hacia ti. Acepta nuestra disponibilidad para llevar a cabo la misión que nos confías y estar siempre abiertos a los impulsos de tu amor. Danos la gracia de ser verdaderos discípulos de tu amor que anunciemos la esperanza, y seamos portadores de Buenas Nuevas. Que al igual que Felipe podamos expresar:  Bendícenos y protégenos, guíanos y acompáñanos. Amén. 

Un muy feliz y anhelado sábado y feliz inicio de fin de semana. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El signo concreto de que realmente hemos encontrado a Jesús es la alegría que sentimos al comunicarlo también a los demás. Y esto no es «hacer proselitismo», esto es hacer un don. Yo te doy aquello que me da alegría a mí. Leyendo el Evangelio vemos que esta ha sido la experiencia de los primeros discípulos: después del primer encuentro con Jesús, Andrés fue a decírselo enseguida a su hermano Pedro (cf. Jn 1, 40-42), y la misma cosa hizo Felipe con Natanael (cf. Jn 1, 45-46). Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. Este amor nos transforma y nos hace capaces de transmitir a los demás la fuerza que nos dona. De alguna manera, podríamos decir que desde el día del Bautismo nos es dado a cada uno de nosotros un nuevo nombre además del que ya nos dan mamá y papá, y este nombre es Cristóforo». ¡Todos somos «Cristóforos»! ¿Qué significa esto? «Portadores de Cristo». Es el nombre de nuestra actitud, una actitud de portadores de la alegría de Cristo, de la misericordia de Cristo. Todo cristiano es un «Cristóforo», es decir, ¡un portador de Cristo! (Audiencia general, 30 de enero de 2016)
 

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.