Buen y santificado Dia del Señor. Finaliza una semana y casi se termina el mes. Gracias por darnos la ocasión de volver a estar en tus Santas Manos y escuchar tu palabra de bondad y misericordia.
Cuando estamos en incertidumbre, nos produce felicidad oír una palabra de optimismo, de consuelo y de ánimo. Es una experiencia feliz cuando, en medio de nuestras dificultades y problemas, nos llega un rayo de luz que levanta nuestro ánimo y nos asegura que tú vienes a nosotros en nuestro fatigoso caminar. Nos resulta reconfortante, durante este tiempo, el hecho de que Tú mismo, en el misterio de la Transfiguración, nos des una visión fugaz anticipada de tu victoria en la Pascua. Todo eso nos anima y queremos que dure, pero sabemos que tú nos invitas a no quedarnos como Pedro, sólo en la alegría del momento, sino a bajar de la montaña y volver a las realidades de la vida. Nos levantamos y nos anima saber que estás siempre, con nosotros, aun cuando no estemos conscientes de ello. Quizá sea nuestra oportunidad para subir también a alguna montaña, para buscar algún momento en el que nos podamos alejar de nuestra cotidianidad y que allí encontraremos, ante todo, silencio. El silencio tuyo que terminará por llegar a nuestro corazón. Allí nos daremos cuenta de qué esperas de cada uno de nosotros; encontraremos las fuerzas para intentar un cambio, porque contamos con tu bendición, tu gracia y tu fortaleza que no nos abandona nunca. Porque, como dice la segunda lectura, “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”
Danos la gracia de responder como Abraham: “aquí me tienes” y que sepamos afrontar nuestros caminos, sabiendo que estás a nuestro lado y escuchamos tu voz conforme a las palabras del Padre celestial: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”. Nuestro mayor sentimiento sea asumir nuestra realidad de servicio y amor y seamos también transfigurados en nuestro espíritu por tu bondad y misericordia. Amén.
Feliz y transformador Domingo, bendecidos en el amor de Dios y compartido con las personas que amas, con la familia, enfermos y todos los que están contigo. Los abrazo y los bendigo.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús sube con los tres discípulos y se detienen en la cima del monte. Aquí, Él se transfigura ante ellos. Su rostro radiante y sus vestidos resplandecientes, que anticipan la imagen de Resucitado, ofrecen a estos hombres asustados la luz, la luz de la esperanza, la luz para atravesar las tinieblas: la muerte no será el fin de todo, porque se abrirá a la gloria de la Resurrección. Jesús, pues, anuncia su muerte, los lleva al monte y les muestra lo que sucederá después, la Resurrección. Como exclamó el apóstol Pedro (cf. v. 5), es bueno estar con el Señor en el monte, vivir esta "anticipación" de luz en el corazón de la Cuaresma. Es una invitación para recordarnos, especialmente cuando atravesamos una prueba difícil —y muchos de vosotros sabéis lo que es pasar por una prueba difícil—, que el Señor ha resucitado y no permite que la oscuridad tenga la última palabra. (…) Estamos llamados a vivir el encuentro con Cristo para que, iluminados por su luz, podamos llevarla y hacerla brillar en todas partes. Encender pequeñas luces en el corazón de las personas; ser pequeñas lámparas del Evangelio que lleven un poco de amor y esperanza: ésta es la misión del cristiano. (Ángelus, 28 de febrero del 2021)