En tu nombre nos levantamos y bendecidos por tu bondad te agradecemos el don de la vida y tu amor, porque la certeza de tu presencia en nuestros corazones nos asegura que hoy guiarás nuestros pasos y bendecirás nuestras acciones. Tú sabes lo que hay en nuestros corazones.
Purifica nuestros pensamientos, transforma nuestra mente y danos tus mismas actitudes de amor y de servicio. Ayúdanos a identificarnos contigo, a aceptar como parte de nuestra vida los obstáculos que tu sabiduría nos ayudará a superar. Consérvanos humildes, sencillos y confiados y que no tengamos otra ambición que servirte en nuestros hermanos. Danos la fortaleza descrita en la lectura del libro del Eclesiástico y ayúdanos a ser «pacientes» y a confiar en Ti, porque te encomendamos nuestro camino y Tú actuarás como lo creas más conveniente para nosotros. Danos la capacidad de tener corazones de niños para servir con generosidad y sin interés de esperar más recompensa que la del Padre Celestial y amar con tus mismos sentimientos. Amén.
Bendícenos abundantemente en este día y guíanos en tu amor. Un muy confiado y bendecido martes.
ORACIÓN
Señor Dios y Padre, estoy aquí, indeciso en el seguimiento de tu Hijo; le tengo miedo a la cruz, al dolor, al sufrimiento. No me siento capaz para seguirlo con mi cruz a cuestas, pero confío en ti. Sé que no me ofreces certezas, salvo que siempre estarás a mi lado y nunca me dejarás de tu mano. En ti me abandono, sabiendo que eres mi Padre y velas por mí como por el hijo amado y querido. Amén.
«Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras».
Pensamientos para el Evangelio de hoy (evangeli.net)
* «Bendito seas tú, mi Señor Jesucristo, que con tu sangre preciosa y tu muerte sagrada redimiste las almas y, por tu misericordia, las llevaste del destierro a la vida eterna» (santa Brígida);
* «El ascenso a Dios se produce precisamente en el descenso del servicio humilde, en el descenso del amor» (Benedicto XVI);
* «Para el hombre herido por el pecado no es fácil guardar el equilibrio moral. El don de la salvación por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal» (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1811).