Bendecido día el que nos regalas, Señor, para proclamar tus maravillas y hacer que nuestra vida se llene de alegría y felicidad, de entrega y disponibilidad, y porque nos regalas el ejemplo de Santiago, apóstol, hermano de Juan, uno de los elegidos para ser testigos de acontecimientos bien importantes: la curación de la suegra de Pedro, la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración, la oración en el huerto. Santiago fue también el primero de los apóstoles en derramar su sangre por Ti.
Gracias, Santiago, por tu continuo velar sobre nuestra fe. Gracias por tu ejemplo y coherencia. Gracias por haber dejado que el Evangelio modelara tu carácter. Gracias por avivar en nosotros el deseo de bondad, de belleza, de paz.
Señor, nos pides beber contigo la copa del servicio sacrificado. Llénanos de ese amor, el único capaz de hacernos comprender que ser grande consiste en servir a los demás y en usar nuestras vidas para dar motivos de fe y esperanza a nuestros hermanos. Que no esperemos otra recompensa sino compartir tu destino. Que este tesoro de tu amor lo llevemos en vasijas de barro para que se vea tu acción y no la nuestra. Amén.
Feliz, apostólico y vocacional jueves. Bendiciones abundantes y día maravilloso.