Hoy en tu día te damos gracias por la vida que bondadosamente compartes con nosotros. Sea nuestra reflexión de este día pensando en la gente que en aquella ocasión alimentaste, multiplicando los panes y los peces.
Eran gente desesperada. Quizá por eso habían abandonado sus casas y se habían lanzado al desierto a seguirte. Te seguían esperando quizá encontrar una palabra de aliento, algo que les infundiese nueva esperanza. El milagro que hiciste no sólo fue darles de comer. Lo más importante es que conseguiste hacer de aquella multitud una familia que, sentados juntos, compartieron el pan. Hiciste de ellos una fraternidad. Por eso termina sobrando comida. Si no se hubiese dado ese cambio en la relación entre aquellas personas, no habría sobrado nada. Seguro que todos hubiesen luchado por acaparar toda la comida posible. No habrían hecho más que mirar por sus intereses, por saciar su hambre, la de entonces y la del día siguiente. No había ninguna razón para compartir con los otros, Pero se produce el milagro: Tú les haces descubrir que, al compartir el pan, se empieza a vivir de una forma nueva, que el bienestar del otro es la condición de mi bienestar, que en familia es mucho más fácil satisfacer la necesidad y que termina por sobrar pan. Al hacer el milagro, das una nueva esperanza a aquellas personas. Es lo que les hace decir: “Éste sí que es el profeta que tenía que venir al mundo”. Qué bella lección de amor nos regalas en este día y nos invitas a seguirte. Nos das esperanza a los que estamos desesperados, nos acoges en familia a los que estamos solos y das de comer a los que tenemos hambre, no sólo material sino espiritual.
Haz que nuestra vida sea ser siempre humildes, amables y comprensivos como nos dice san Pablo. Tus palabras sean inspiradoras y muy tenidas en cuenta: “abres Tú la mano Señor y nos sacias”, “Comerán y sobrará”, “Recoged los pedazos que han sobrado, que nada se desperdicie”. Ayúdanos a ser generosos y a compartir lo mucho o poco que tenemos: PORQUE BENDICES Y MULTIPLICAS LA GENEROSIDAD.
Feliz y generoso Domingo compartido en familia.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Nosotros tratamos de acumular y aumentar lo que tenemos; Jesús, en cambio, pide dar, disminuir. Nos encanta añadir, nos gustan las adiciones; a Jesús le gustan las sustracciones, quitar algo para dárselo a los demás. Queremos multiplicar para nosotros; Jesús aprecia cuando dividimos con los demás, cuando compartimos. Es curioso que en los relatos de la multiplicación de los panes presentes en los Evangelios no aparezca nunca el verbo “multiplicar”. Es más, los verbos utilizados son de signo opuesto: “partir”, “dar”, “distribuir”. Pero no se usa el verbo “multiplicar”. El verdadero milagro, dice Jesús, no es la multiplicación que produce orgullo y poder, sino la división, el compartir, que aumenta el amor y permite que Dios haga prodigios. Probemos a compartir más, probemos a seguir este camino que nos enseña Jesús. (Ángelus, 25 de julio de 2021)