Última semana de nuestro mes y primer día de esta misma semana, iniciamos nuestras labores con mucho optimismo y con ánimo desbordado, dándote gracias por este nuevo amanecer un día en el que homenajeamos a santa Marta como modelo de acogida y laboriosidad. El evangelio la presenta como la ama de casa solícita y preocupada por atender dignamente a su verdadero amigo y huésped.
Por eso la respuesta tuya no fue un reproche, sino una diferencia en la acción. Ella te atiende amablemente y obtiene con su oración la resurrección de tu amigo Lázaro. Sus palabras iniciales para ti son: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano» y hay una profesión de fe, «pero ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Es una súplica confiada que nace del amor, la misma que nosotros tenemos que hacer para que tú nos concedas según tu voluntad lo que pedimos. Hoy te damos gracias por la confesión de fe de Marta, que te reconoce como Mesías, Hijo de Dios.
Hoy la primera carta de tu apóstol san Juan nos dice «amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios y todo el que ama ha sido de Dios, ha nacido de Dios y conoce a Dios». Ayúdanos, Señor, a comprender que la mejor parte eres tú mismo, tu palabra, para confesar nuestra fe en ti, como Marta y escoger la mejor parte, como María, escuchar y cumplir tu voluntad. Amén.
Un muy feliz y prometedor lunes, lleno de tu amor tu bondad y tu misericordia.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Aquí sentimos claramente que Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quiso hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos y, sobre todo, quiso mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia de Dios, el amor de Dios, se buscan y, finalmente, se encuentran. Es como un doble camino: la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí! ...”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, no, la respuesta de Dios al problema de la muerte es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida... ¡Tened fe! En medio del llanto seguid teniendo fe, aunque la muerte parezca haber vencido. ¡Quitad la piedra de vuestro corazón! Que la Palabra de Dios devuelva la vida allí donde hay muerte”. (Ángelus, 29 de marzo de 2020)