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29-nov.-2024, viernes de la 34.ª semana del Tiempo Ordinario

El invierno ya pasó, vendrán días de primavera, llena de esperanza, de fe y optimismo

Último día laboral de nuestro mes de noviembre. Hoy es momento para darte gracias por estos días que nos has dado la ocasión de poner las semillas que nos han dado una cosecha abundante; cosechas de buenas obras y acciones de palabras esperanzadoras y llenas de consuelo y lo más grande de todo es que hemos podido contar con tu presencia cada día tú nos has animado y acompañado en todos los momentos de alegría de felicidad, pero también los momentos de incertidumbre y a veces de desánimo pero en todos los momentos hemos contado con tu bondad y misericordia.

Gracias, Señor, porque también hemos podido meditar en el libro de Apocalipsis y en las palabras de tu evangelio que nos han animado a ver los cielos nuevos y la tierra nueva. Pasó lo viejo y viene lo nuevo un amanecer esperanzador, un nuevo tiempo para que tengamos nuestro ánimo y deseo de seguirte y esperando en ti. ayúdanos, Señor, a comprender tus palabras que son llenas de futuro, no como algo incierto, sino con la certeza de saber que tus palabras permanecerán en nosotros y no pasará nunca. El invierno ya pasó, vendrán días de primavera, llena de esperanza, de fe y optimismo. Un muy esperanzador y optimista comienzo de día.

PALABRAS DEL SANTO PADRE

Preguntémonos: ¿en qué estamos invirtiendo la vida? ¿En cosas que pasan, como el dinero, el éxito, la apariencia, el bienestar físico? De estas cosas, no nos llevaremos nada. ¿Estamos apegados a las cosas terrenas como si tuviéramos que vivir aquí para siempre? Mientras somos jóvenes y tenemos salud, todo va bien, pero cuando llega la hora de la despedida, debemos dejar todo. La Palabra de Dios hoy nos advierte: la escena de este mundo pasa. Y solamente permanecerá el amor. Por consiguiente, fundar la vida sobre la Palabra de Dios no es evadirse de la historia, es sumergirse en las realidades terrenas para hacerlas firmes, para transformarlas con el amor, imprimiéndoles el sello de la eternidad, el signo de Dios. He aquí entonces un consejo para tomar las decisiones importantes. Cuando no sé qué hacer, cómo tomar una decisión definitiva, una decisión importante, una decisión que implica el amor de Jesús, ¿qué debo hacer? Antes de decidir, imaginemos que estamos ante Jesús, como al final de la vida, ante Él que es amor. Y pensando allí, en su presencia, en el umbral de la eternidad, tomemos la decisión para el hoy. Así tenemos que decidir: siempre mirando la eternidad, mirando a Jesús. Quizá no sea la elección más fácil, la más inmediata, pero será la buena, eso es seguro (cfr. San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, 187). (Ángelus, 14 de noviembre de 2021)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.