Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, y por eso te damos gracias porque podemos contemplarlas y disfrutarlas. Permítenos elevar nuestra oración como súplica y acción de gracias. Oh, Dios de compasión y misericordia: Vuelve nuestros corazones vacíos hacia ti; danos ojos claros para ver la profundidad de nuestra pobreza y nuestra incapacidad; cura nuestras heridas y cólmanos con tu fuerza.
Mantennos en marcha, con la esperanza firme de que podemos reconstruir lo que nuestras mismas manos han destruido, y que podemos transformar: nuestras dificultades y desconsuelos en alegría y felicidad duraderas.
Abre nuestras manos y corazones a todas las necesidades de nuestros hermanos Y danos fuerza e inspiración para perdonar, compartir, animar, y así llegar a ser, todos juntos, una comunidad que vive en tu amor y se gloría y alaba sin cesar tu Santo Nombre.
Sabemos, Señor, que sientes lastima cuando nos ves extenuados y agobiados porque hemos perdido el rumbo que tú nos señalaste y que nos ha llevado por sendas equivocadas. Confortanos en tu amor y ante todo que seamos verdaderos trabajadores de tu mies, recordando en todo momento tus palabras: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Gracias Señor, por darnos la ocasión de ser verdaderos trabajadores en tu mies, que seamos generosos y disponibles a nuestros hermanos. Amén.
Bendiciones en este fin de semana. El Rosario de Aurora y la Eucaristía por todos ustedes, por nuestros enfermos y nuestras familias al inicio de este mes.