Poder manifestar tu gloria a nuestros hermanos tiene que ser la forma de darte gracias por nuestro descanso, que ha reparado nuestras fuerzas y nos dispone a la nueva jornada, colocada en tus manos y bendecida en tu presencia. Que esa sea manera de confiar en ti.
Perdona las ocasiones en que hemos buscado la espectacularidad de tu actuar, buscando que nos muestres milagros o lo que nosotros deseamos y no lo que tú nos concedes. Tal vez, en el fondo, tus paisanos deseaban ser testigos de una enseñanza fuera de lo común. O, posiblemente, alguno de ellos pensaría hacer negocio con tu fama quizá de curandero o milagrero.
El caso es que tú los defraudaste, como nos “defraudas” también en tantas ocasiones, cuando buscamos tenerte bajo nuestro control y hacer de la fe o del seguimiento un negocio rentable a nuestro favor o un momento de gratificaciones o de ventajas. Estamos amenazados por la tentación permanente de querer convertir la religión en espectáculo, apoyándola en milagros, en exaltaciones deslumbrantes. Hoy en tu palabra nos das una gran lección: la fe se autentifica como verdadera cuando viene envuelta de pobreza, discreción, humildad y sencillez. Es de una gran madurez cristiana el ver a Dios en las cosas ordinarias, aquellas precisamente que con frecuencia nos resultan extraordinarias. Este ejemplo extraordinario lo vivió san Juan Bosco, quien con su testimonio de confianza en ti y tu Santísima Madre Auxiliadora logró acercar a tantos jóvenes y niños a tu amor.
Que nosotros en este último día de enero demos testimonio de tu amor en humildad y sencillez, en el silencio de nuestro corazón, y lo hagamos en entrega y disponibilidad a tu servicio. Te damos gracias por el camino recorrido hasta el momento en medio de alegrías, satisfacciones y pequeños inconvenientes que gracias a tu bondad y misericordia pudimos superar. Desde ahora colocamos en tus manos este mes que iniciaremos y que tenemos confianza puesta en ti, que nos concederás incluso aquello que no nos atrevemos a pedir. Te alabamos, te bendecimos y te damos gracias, Señor.
Con agradecimientos terminemos nuestro mes y con confianza recibamos a febrero. Bendiciones abundantes.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
(…) ¿por qué los paisanos de Jesús no lo reconocen y no creen en Él? ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Podemos decir, en pocas palabras, que no aceptan el escándalo de la Encarnación. No lo conocen, este misterio de la Encarnación, pero no aceptan el misterio. No lo saben, pero el motivo es inconsciente y sienten que es escandaloso que la inmensidad de Dios se revele en la pequeñez de nuestra carne, que el Hijo de Dios sea el hijo del carpintero, que la divinidad se esconda en la humanidad, que Dios habite en el rostro, en las palabras, en los gestos de un simple hombre. He aquí el escándalo: la encarnación de Dios, su concreción, su “cotidianidad”. Y Dios se ha hecho concreto en un hombre, Jesús de Nazaret, se ha hecho compañero de camino, se ha hecho uno de nosotros. (Ángelus, 4 de julio de 2021)