En este último día del julio te damos gracias por tu generosidad y misericordia, por tu bondad y tu amor, porque todo lo que pudimos realizar contó con tu bendición. Ahora nos ponemos en tus manos y te pedimos que todo lo que iniciaremos cuente con tu auxilio y la protección de Nuestra Madre.
Como san Ignacio de Loyola, a quien recordamos hoy, hemos aceptado tu invitación para seguirte, hacernos discípulos tuyos y ofrecer todo lo que hacemos para tu “Mayor Gloria” como hizo él. Danos la fuerza de tu Espíritu para no buscarnos a nosotros mismos y para aceptar nuestra misión en la vida con todas sus consecuencias, porque estamos seguros de que así Tú nos llevarás por caminos de bien. Que encontremos la inmensa riqueza del Reino de los cielos —que pareciera escondida—, gracias a los dones de la inteligencia y la sabiduría nos guiarán a encontrar el mayor tesoro que eres tú mismo; que encontremos el tesoro escondido: tu Sagrado Corazón lleno de ternura y bondad, pleno de alegría y buenas acciones. Que Nuestra Madre sea nuestro auxilio y protección ahora y siempre. Amén.
Muy feliz miércoles, lleno de perlas hermosas de amor, comprensión y armonía.
