Con alegría y con ánimo iniciamos nuestras actividades dándote gracias, Señor, por un nuevo día, una nueva oportunidad de hacer el bien a nuestros hermanos, de poder amar y servir. Te pedimos nos regales la fuerza suficiente para poder llevar nuestras cargas de este día, de esta nueva semana. tú invitas a todos a conocerte y amarte y a vivir en tu eterna paz. Guárdanos en el celo de tu amor para llevar la luz de tu verdad y las riquezas de tu vida y tu amor a todos, sin ninguna distinción. Ojalá que todos lleguen a conocerte y amarte y que sepamos hacer visible en nosotros tu compasión, tu amor y tu justicia para que la gente reconozca tu presencia y así te demos todo honor y alabanza.
Hoy en el evangelio, este oficial romano —posiblemente de una clase alta— nos deja ver en él su compasión ante el dolor y debilidad del otro; esta actitud es la que le empuja a acercarse a ti. No le frena ser de diferentes pueblos y creencias, lo que él ve es ser solidario y compasivo con el dolor del que sufre y con esto nos da a entender que no hay mayor riqueza que la compasión y la solidaridad.
En esta semana que se inicia, permítenos que nuestros sentimientos sean de servicio y de solidaridad. Que sigamos el camino de Nuestra Madre la Virgencita, escuchando tu palabra y siendo perseverantes en la fe y la esperanza. A tus manos colocamos las batallas de este día lunes esperando ser vencedores y viviendo la alegría y la felicidad en el amor y entrega a nuestros hermanos. Que sea una muy buena semana en la que pases tu mano sanadora en nuestros hermanos enfermos y tu palabra alentadora al necesitado. Hoy vivamos tu amor y tu presencia con mucho optimismo y deseos de amar y servir con alegría y felicidad. Señor confiamos en ti y esperamos en ti. Amén.
Una muy feliz y santa semana iniciada con ayuda y cariño por nuestros hermanos, siendo portadores de esperanza.