Pasar al contenido principal

4-may.-2025, domingo de la 3.ª semana de Pascua

La presencia de Jesús resucitado transforma todas las cosas: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil es nuevamente fructuoso y prometedor

Momento para darte gracias, porque iniciamos este día dedicado a tu presencia amorosa y bondadosa. 

Quizás sintamos envidia de los apóstoles, porque te vieron y te experimentaron después de que resucitaste de entre los muertos. Pero no hay ninguna razón para tenerles envidia: si tenemos fe, nosotros también te experimentamos como resucitado, vivo, presente, y compartiendo nuestra vida; si tenemos fe, sabemos que Tú estás aquí, cuando sufrimos contratiempos y fracasos, o cuando nos regocijamos por cosas bellas de la vida; si tenemos fe, sabemos que estás ahí cuando nos fortalecemos y animamos unos a otros; si tenemos fe, sabemos que estás con nosotros cuando compartimos una comida de amistad, especialmente cuando participamos y comemos con nuestros hermanos. 

Nos sentimos felices: ¡Tú has resucitado y estás con nosotros en nuestra vida! En este día de descanso, domingo dedicado a Ti, te pedimos que nos des suficiente fe y amor para verte cuando inspiras y guías nuestras vidas por el camino de la justicia y la compasión, la solidaridad y la fraternidad. 

Haz que sintamos tu presencia cuando nos esforzamos y luchamos, aunque nos parezca que lo hacemos en vano. Haz que te reconozcamos como huésped en nuestros hogares y en nuestras actividades cotidianas. Haznos conscientes de que Tú estás en medio de nosotros cuando nos reunimos en familia para orar juntos, Porque allí seremos fuertes y alegres. Nuestra respuesta a cumplir tu voluntad sea la de reconocerte en todo momento teniendo la seguridad en tus palabras: «Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces. Que nuestra pesca sea abundante y nuestra respuesta sea la de Pedro: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». A Ti te alabamos, te bendecimos y te glorificamos, dándote gracias. Amén. 

Un muy feliz y esperanzador Domingo. 

PALABRAS DEL SANTO PADRE

El relato se sitúa en el marco de la vida cotidiana de los discípulos, que habían regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, después de los días tremendos de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había sucedido. Pero, mientras que todo parecía haber acabado, Jesús va nuevamente a «buscar» a sus discípulos. Es Él quien va a buscarlos. Esta vez los encuentra junto al lago, donde ellos habían pasado la noche en las barcas sin pescar nada. (…) He aquí que al amanecer Jesús se presenta en la orilla del lago; pero ellos no lo reconocen (cf. v. 4). A estos pescadores, cansados y decepcionados, el Señor les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis» (v. 6). Los discípulos confiaron en Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. (…) La presencia de Jesús resucitado transforma todas las cosas: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil es nuevamente fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja espacio a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros. (Ángelus, 10 de abril de 2016)

Autor:
José Hernando Gómez Ojeda, pbro.